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Crónica:BALONCESTO | Final a Cuatro de la Euroliga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El TAU entra en la historia

El equipo vitoriano fulmina al CSKA en su casa y disputará el domingo la final ante el vigente campeón, el Maccabi

Fue a la quinta, pero en el momento justo, importante y decisivo. El Tau está en la final de la Euroliga después de un espectacular esfuerzo, en ocasiones agónico, pues las faltas personales de sus pívots hicieron presagiar lo peor. Pero este equipo tiene madera de primera calidad y sabe sufrir como pocos en los más complicados avatares. Pocos apostaban por ellos, jugaban en campo ajeno y los antecedentes eran demoledores. De una forma o de otra, el CSKA se las había ingeniado siempre para ganarles. Pero desde que se clasificaron para esta Final a Cuatro su mensaje fue siempre optimista, basado sobre todo en la confianza que tienen y contagian unos sobre otros. No era un disfraz, ni tampoco buscaban darse moral. Todo obedecía a un estado de ánimo real, como demostraron con el histórico triunfo y, sobre todo, por la forma en que se produjo. Después de un enorme trabajo de conjunto mañana domingo tienen su justa recompensa en toda una final europea.

CSKA MOSCÚ 78 - TAU CERÁMICA 85

CSKA: Holden (20), Granger (5), Brown (12), Dikoudis (13), Andersen (10) -cinco inicial-; Monya (6), Papaloukas (9), Panov (0), Muursepp (3) y Savrasenko (0).

TAU: Calderón (13), Hansen (3), Macijauskas (23), Scola (10), David (11) -cinco inicial-; Gabini (7), Prigioni (9), Vidal (4), Splitter (0) y Betts (5).

Árbitros: Tsanidis (Gre.), Brazauskas (Lit.) y Ankarali (Tur.).

Unos 13.300 espectadores en el Olympiysky Arena. La final la disputarán el Tau y el Maccabi el próximo domingo (16.30, Canal Deporte 2).

4º CUARTO

3º CUARTO

2º CUARTO

1º CUARTO

17-25

23-22

19-13

19-25

El partido se decidió en poco más de cuatro minutos. Los nervios y la proximidad del final bloquearon la contienda en los inicios del último cuarto. Allí ya no había quién metiese una canasta y en cerca de cinco minutos el parcial era de balonmano (5-3 para el Tau, 65-62 en el marcador). No sorprendía la situación, pues cierto es que todo el mundo apuntaba hacia un final igualado, pero sí estaban fuera del guión las circunstancias. Sobre todo, la escabechina que habían provocado las faltas personales en los pívots vitorianos, único aspecto donde los jugadores del Tau pecaron de cierta inexperiencia, pues más de una pudo ser evitada. Ver a Scola en el banquillo con siete minutos por jugar y todo por decidir, al que siguieron poco después Splitter y Betts, dejaron al equipo con muy mala pinta para lo que se avecinaba. Tampoco invitaba al optimismo el día que llevaba el base Holden, auténtico martirio hasta ese momento. Era uno de esos momentos en los que más que con el cuerpo, hay que saber jugar con la mente, que te somete a un examen y cualquier debilidad se paga. No es el caso del Tau, que a medida que las dificultades iban en aumento, su resistencia se engrandecía. Inesperadamente, y ante tanta persistencia en la adversidad, fue el CSKA, el casi imbatible equipo ruso, el del récord de 21 victorias y una sola derrota, el que acabó acusando el mal de altura, la necesidad de ganar, la impotencia de verlo perdido.

El desenlace comenzó con un triple de Calderón, que desatascó la situación, pero tuvo su punto álgido en una de esos tiros imposibles de Macijauskas, que por más repetidos que sean no dejan de asombrar. La zona del CSKA estaba entorpeciendo mucho el ataque vitoriano y el balón había salido por la línea de fondo con un solo segundo de posesión. Sacó de fondo Prigioni, cruzó el balón por toda la zona hasta que llegó a manos de Macijauskas en la esquina derecha. Con Holden pegado como una lapa, fue recibir, elevarse y tirar en un único segundo. El balón, ante el estupor general, entró limpiamente. Fue una jugada clave, uno de esos momentos donde un equipo se siente poderoso hasta convertirse en invulnerable y encima envía una señal demoledora a su rival. A partir de ahí, se precipitaron los acontecimientos y los dos equipos cogieron definitivamente caminos opuestos. El Tau parecía jugar con seis, por lo que se multiplicaban y ayudaban todos y el equipo ruso penaba en la línea de tiros libres, donde terminó por presentar una estadística muy dañina (10 de 28). ¿Quién dijo que era una ventaja jugar en casa?

Fue una victoria sin nombres ni apellidos, aunque Macijauskas estuvo siempre que se le necesitó. Pero, sobre todo, fue un excelso trabajo colectivo, donde todos tuvieron arte y parte. Un ejemplo: durante el segundo cuarto y una vez que el CSKA se recuperó del zapatazo que dio en la mesa el Tau nada más salir (10-21, m. 7) fue la segunda unidad la que soportó el despertar de Holden. Más concretamente, una mezcla de la segunda y la tercera, pues aparecieron y pusieron su granito de arena gente como Betts o Gabini, de los que no se tenía noticia hacía tiempo. Un ejemplo que el concepto colectivo no se quedó en una frase de conferencia de prensa sino que obedeció a la base sobre la que se sustentó el Tau.

Mañana espera el Maccabi, convertido, gracias precisamente al Tau, en el favorito de esta Euroliga. Sería un error para ellos creerse lo que dicen los futurólogos o sus optimistas hinchas que no podían esconder su sonrisa viendo la victoria del Tau. Como decía Scola, "ganar es como una droga". Una muy fuerte, a la que los vitorianos, de la mano de su gran entrenador, están totalmente enganchados.

Los jugadores del Tau saludan y aplauden a sus aficionados al celebrar el triunfo.
Los jugadores del Tau saludan y aplauden a sus aficionados al celebrar el triunfo.EFE
Holden entra a canasta ante la oposición de Vidal.
Holden entra a canasta ante la oposición de Vidal.EFE

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