Daños colaterales, talas y malestar
Me gustaría llamar la atención ante el hecho de que cualquier obra para ampliar el área subterránea de Madrid supone el talado de árboles adultos y, por consiguiente, la degradación del paisaje urbano en superficie.
No voy a insistir en los aproximadamente 12.000 árboles que serán eliminados por las obras de la M-30, ni en el daño ocasionado a los parques del Matadero, Darwin o Tierno Galván, ya que son conocidos los males que los bypass norte y sur ocasionarán a los espacios verdes y a la salud de los vecinos de la zona.
Quisiera, sin embargo, referirme a los inconvenientes que las obras de la línea 3 de metro provocan, por ejemplo, en el paseo de las Delicias o la calle de Palos de la Frontera, donde hasta ahora se han talado más de 50 árboles adultos y se han eliminado jardines.
No discuto lo adecuado de la ampliación de la línea de metro, pero sí el hecho de que mejorar las comunicaciones subterráneas de la ciudad implique necesariamente degradar sus calles y, con ello, impedir que se pueda caminar por Madrid con gusto.
A un Ayuntamiento que presume de que ésta es una de la ciudades con más árboles del mundo parece no causarle problemas eliminar parte de ellos, pero a una vecina de la Arganzuela, como soy yo, le desagrada caminar por calles en las que los quitan y no vuelven a plantarlos porque sobre el cemento nada crece. Y si ya es malo tener aceras desarboladas, peor es el hecho de que el progresivo deterioro de barrios como el de Delicias o Legazpi pueda fomentar el desarrollo de guetos y de conductas xenófobas. Las autoridades de Madrid deberían saber que cuanto más seguro, cuidado y limpio es un entorno y más preservada su superficie verde, más posibilidades existen de garantizar una buena convivencia entre vecinos.
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