El alcalde de Granada y Neptuno
En relación con la manifestación del miércoles pasado sobre la inauguración de Neptuno, en la cual los vecinos de la zona deseábamos protestar ante las puertas del complejo Neptuno contra la futura macro-discoteca, mientras esperabamos al alcalde de Granada, nos cabe una duda: ¿por qué el alcalde no entró por la puerta como cualquier otro ciudadano?, ¿por qué sus concejales que lo acompañaban no hicieron lo mismo? Sólo nos cabe deducir que es muy propio, cuando no interesa dar la cara en un asunto, hacer mutis por el foro. O bien el miedo, la prudencia, o bien no enfrentarse con los problemas que cada día exponen una serie de ciudadanos.
Quienes entran por las zonas bajas de las casas a escondidas no son precisamente las personas, sino roedores y otras alimañas, que buscan hacer de su capa un sayo, y sorprendernos, como el ladrón en la noche, del que nos habla los Evangelios. Bien hizo honor a su apellido entrando a "hurtadillas", parafraseando a Cervantes, de incógnito. ¿Acaso es que los que esperábamos en la puerta éramos una plebe, una chusma, o una canalla, o antes bien, ciudadanos responsables que trabajamos, pagamos impuestos y en la mayor parte de los casos nuestra hipotecas? ¿Acaso la concentración no estaba autorizada?
No podemos por tanto ir a las urnas con todos los parabienes y salir investido, y luego la legitimidad democrática ocultarla de cara a los ciudadanos, que en la mayor parte de los casos le han votado. Reiteramos que una fuente no puede dar, estimado alcalde, agua dulce y amarga a la vez, que es lo que al parecer está recibiendo la ciudad, una de cal y otra de arena. Es hora de que se acaben los clientelismos.
Es cierto que unas pocas personas pudieron entrar a entregar una petición-carta, pero nada más. Los jóvenes de esta ciudad necesitan menos discotecas y más actividades culturales al aire libre, menos botellones y más civismo, menos bares de copas y más atención, menos, una ciudad cerrada, y más un proyecto de ciudad abierta, menos salidas nocturnas y más dedicación continuada. Porque ya sabemos lo que viene de las discotecas, y nada bueno puede salir, pues de lo que se siembra se cosecha.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.