Madre indignada

Mi marido, mi niña de 13 meses y yo estábamos hojeando libros en una librería del centro, como solemos hacer cada fin de semana. Mi niña ha empezado a hablar (bueno, si se puede decir así), y ayer se le ocurrió la feliz idea de balbucear en la sección de libros de Ciencia, cuando un "personaje" (ajeno al personal de la librería, que quede claro) nos increpó por la "conversación" de mi hija. Argumentaba que los niños deben estar en el parque (con la buena tarde que hacía ayer en Madrid, ¿verdad?), que ése no es un sitio para niños, porque molestan y desconcentran a las personas que quieren comprar un libro... ¿Y yo?, ¿no tengo derecho a comprar un libro?

Le informo de que nadie del personal de la tienda me ha prohibido entrar con mi niña en el establecimiento y su respuesta es: "No te lo van a prohibir, porque esto es un negocio y están para ganar dinero...".

Añade, por si fuera poco, que no le extraña que mi niña sea una maleducada viendo a sus padres... (ya es lo último). A nosotros no se nos ocurriría llevarla a la Biblioteca Nacional.

Y para rematar, nos informa de que sabe de lo que está hablando porque él es ¡un educador!

Y ahora me planteo... ¿hago la compra por Internet? ¿Caerá sobre mi conciencia que alguien se lleve unos botes de tomate equivocados cuando esté haciendo la compra en Carrefour por culpa de la "conversación" de mi hija? Dios mío, sí que es difícil esto. Menos mal que Herodes nos aconsejó ayer sobre cómo educar a mi hija.