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Crítica:JAZZ | Kurt Rosenwinkel Quintet
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cinco 'jóvenes leones'

Se reúne uno de los mejores conjuntos de jazz pensable y, de la nada, brota el pasmo tomando la forma de una música imprevista amén de respetuosa con los usos y tradiciones. La que se escuchó la noche del martes en Clamores Jazz y que muchos tardaremos en olvidar.

Al frente del asunto se hallaba un guitarrista de muy altos vuelos, Kurt Rosenwinkel, autor de un reciente disco de éxito, Deep song. Se habla de un genuino fuera de serie. Rosenwinkel le hace la competencia a su álter ego, el formidable y algo tímido Mark Turner, y acaba por derribar los complejos que atenazan a todos los guitarristas de jazz cuando se les compara con sus colegas saxofonistas. Junto a ambos, esa noche, hubo una sección rítmica que echaba chispas, lo que pasa cada vez que el vehemente Ari Hoenig se sienta detrás de su instrumento. Ari volcado sobre la batería, la caja entre las piernas, y la locomotora que se pone en marcha para no detenerse ni en las paradas intermedias. Mucho más que un acompañante, Hoenig es un creador con mayúsculas y tan original en lo suyo, como sus compañeros de escenario en lo que toca a sus parcelas respectivas. Pues no fueron sólo ellos tres, sino también Joe Martin, contrabajista de oficio, sólido como una roca, y nuestro Albert Sanz, que no está donde está por casualidad. Sanz es músico insólito y consistente, sea al improvisar en solo como acompañando. Lo primero, por su empeño en explorar los espacios recónditos de teclado al estilo de los intérpretes más oscuros de su instrumento.

Kurt Rosenwinkel Quintet

Kurt Rosenwinkel, guitarra; Mark Turner, saxo tenor; Albert Sanz, piano; Joe Martin, contrabajo; Ari Hoenig, batería. Clamores Jazz. Madrid, 26 de abril.

Salieron los cinco con ganas de hacer historia e hicieron algo grande, muy grande. Será porque no pasan de largo por cuanto tocan sino que se detienen, reflexionan, y sus reflexiones les conducen a las cimas de lo jazzístico. Virtuosos, pero con cabeza, que si lo primero es raro, lo segundo lo es más. Tocaron Along came Betty, de Benny Golson, para abrir boca, y Round midnight, de Thelonious Monk, en el bis y, entre la una y la otra, una selección de temas compuestos por Rosenwinkel y Turner. Y el Clamores, a reventar: esto también es noticia. La mayoría de la audiencia eran músicos y tan jóvenes, o más, que los propios músicos. Muchos tomaban notas de cuanto acaecía sobre el escenario y comentaban las jugadas a viva voz con entusiasmo desbordante. Un concierto para la leyenda...

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