Bach, de iglesia en iglesia

El proyecto es ambicioso y tiene vocación de continuidad, dado el extraordinario éxito que lo acompaña. Cada mes una iglesia de Madrid acoge durante un fin de semana un par de sesiones con cantatas de Bach. La última ha sido San Francisco el Mayor, en la pintoresca plaza de las Comendadoras, y las próximas serán la parroquia de San Marcos y la iglesia de San Ginés. Así llevan desde octubre y las colas para entrar crecen a cada nueva entrega. La idea es ofrecer la integral de las cantatas a razón de tres o cuatro por programa, es decir, es un plan a seis-siete años vista. El sábado pasado asistió al concierto de cantatas de Bach el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Son varios los grupos que se van turnando, bajo la coordinación y dirección artística de Óscar Gershensohn y Alberto Martínez, vinculados respectivamente a La Capilla Real de Madrid e Hippocampus, pero también han intervenido este primer año La Folía, de Pedro Bonet, o Los Músicos del Buen Retiro. Entre los directores invitados la estrella de esta primera edición es Richard Egarr, y para la próxima se cuenta ya con Trevor Pinnock, entre otros. No se trata, pues, de un grupo que pasee en gira las cantatas por el ancho mundo, como hizo Gardiner en el 250º aniversario de la muerte de Bach, sino que el protagonismo corresponde a la ciudad, en este caso Madrid, que coge el testigo en una integral de estas características a lugares en los que Bach está más entronizado, como Amsterdam, Leipzig o Londres.

Las versiones son mejorables, desde luego, pero, por lo visto y escuchado anteayer, se mueven a un alto nivel de corrección y a una superlativa actitud de entusiasmo y entrega. ¿Un par de momentos para el recuerdo?: el acompañamiento a la contralto de oboe, fagot (magnífico Carles Cristóbal), laúd y órgano en la BWV 12 o el coro de final de la BWV 196. Cantó con mucho gusto el cuarteto de solistas y dirigió con alegría y criterio Óscar Gershensohn.

El nivel de realización, siendo notable como fue, queda en cualquier caso en segundo lugar ante la magnitud del empeño y la respuesta vibrante del público que asiste a estas sesiones. Bach se está instalando así poco a poco en la cotidianidad madrileña. Caramba, que diría el castizo.