_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La China é vicina

Juan Ignacio Crespo

Hablar de los fondos que invierten en esa parte del mundo conocida como Asia-Pacífico equivale en nuestros días a lo que hace cinco siglos hubiera sido realizar una incursión inversora en El Dorado. Es como si cada década tuviera su propia versión del mito: en los años sesenta fue Alemania; en los setenta, los países productores de petróleo, que acumulaban los llamados, sugestivamente entonces, y de manera un poco anacrónica ahora, petrodólares. Más tarde, en los años ochenta, ese lugar mítico pasó a ser Japón, al que se le adjudicaban cualidades casi extrasensoriales en su "búsqueda de la excelencia"; en los noventa, El Dorado no fue un lugar en la geografía del planeta, sino que el imaginario colectivo lo situó en el ciberespacio.

El entusiasmo por invertir en la parte de Asia bañada por el océano Pacífico es, pues, relativamente reciente. En España se distribuyen en la actualidad 20 fondos que no excluyen ningún país de la zona como foco de su inversión, cantidad que se amplía a 55 más si se tiene en cuenta los que exceptúan Japón.

En la parte transcurrida de 2005, los 55 fondos disponibles en España que invierten en Asia-Pacífico (sin Japón) acumulan una rentabilidad media del 3,35%, en tanto que los 20 que sí incluyen a Japón como parte de su foco geográfico acumulan en promedio un 0,86%(-3,32% y -5%, respectivamente, si se considera la rentabilidad media anual compuesta durante los últimos tres años). La causa de que estas rentabilidades no parezcan muy atractivas reside en la fortaleza que ha mostrado el euro durante los tres últimos años, anulando con su revalorización parte de las ganancias que hubieran podido tener las bolsas del Sureste asiático.

El atractivo de la zona no para de aumentar, a pesar de los riesgos, quedando ya muy atrás en la memoria la crisis que se desató precisamente en uno de ellos, Tailandia, en julio de 1997, que puso a las bolsas y a los mercados de cambio de todo el mundo en trance de convulsiones, y a su sistemas bancarios al borde del colapso.

Pero quien desata ahora las pasiones inversoras es la economía china, que parece seguir creciendo a ritmo muy elevado (9,5% en el primer trimestre) y que se ha convertido, junto con la de EE UU, en motor del crecimiento mundial.

Los fondos que invierten en China acumulan este año una rentabilidad media del 7%, si limitan su inversión a China continental, o del 1,13% si la amplían a Hong Kong y Taiwan. La apuesta del futuro tiene que ver con la presumible apreciación que habrá de tener antes o después el yuan frente al dólar. Entretanto, la Bolsa china lleva un año de continuas caídas que la han llevado a su nivel de hace seis años, provocando un ruidoso malestar entre los inversores locales. Sin embargo, nada de esto aplacará el interés que suscita, por lo que bien podría decirse que el que a finales de los sesenta fue título de una película de Marco Bellocchio, La China é vicina, terminará por convertirse, aunque por muy diferentes razones, en un leitmotiv inversor del futuro próximo.

Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_