_
_
_
_
_
Crónica:FÚTBOL | 33ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ronaldo gana solo

El Real Madrid, con un juego raquítico, remonta el partido ante el Villarreal y aún puede soñar con el título

José Sámano

Afinado Ronaldo, el Madrid, sin más teclas que las del brasileño, aún puede soñar con el título. El equipo está tieso, pero ha encontrado la mejor versión del astro en un momento decisivo del curso. Tan grande es Ronaldo cuando se enchufa, que poco importa que a su alrededor no se genere un gramo de fútbol. El Madrid ha decidido atajar al Barça por una vía antinatural: al estilo italiano, un método desterrado en cien años de historia madridista, pero es indiscutible que de momento le ha dado resultado en su asalto al everest de la Liga. El equipo lleva un año seco de fútbol, así que Luxemburgo ha apostado porque se tape las cejas en su área pequeña, ceda el control al rival y cruce los dedos a la espera de que emboquen sus tres delanteros. Un órdago posible cuando Ronaldo está en alza. Un sistema fumigado en el fútbol español, incluso entre los equipos de cola del pelotón. Al margen de Ronaldo, este Madrid ganador es tan irreconocible que le distingue la brega de Beckham y el anonimato de Zidane, tan histérico que se ganó la expulsión con el partido cerrado a su favor.

REAL MADRID 2 - VILLARREAL 1

Real Madrid: Casillas; Michel Salgado, Pavón, Samuel, Roberto Carlos; Borja (Guti, m. 68); Beckham, Raúl, Zidane; Owen (Figo, m. 77) y Ronaldo (Helguera, m. 77).

Villarreal: Reina; Armando Sá, Gonzalo, Quique Álvarez, Arruabarrena (Guayre, m. 81); Riquelme, Josico (Font, m. 86), Senna, Sorín; Jose Mari y Forlán (Figueroa, m. 77).

Goles: 0-1. M. 38. Pavón corta una internada de Forlán y el árbitro pita penalti, que transforma Riquelme.

1-1. M. 70. Avance de Zidane por la izquierda y su centro lo cabecea Ronaldo en el poste contrario cuando el balón casi entra.

2-1. M. 76. Ronaldo centra atrás y Michel Salgado cruza a media altura.

Árbitro: González Vázquez. Amonestó a Arruabarrena, Sorín, Riquelme, Michel Salgado y Beckham. Y expulsó a Samuel, por doble tarjeta, Zidane y Quique Álvarez.

Estadio Santiago Bernabéu. 80.000 personas.

Más información
La entrada de Guti alarga la película
"Esta victoria no es mía, sino de los jugadores"
El Villarreal se reengancha a la Liga de Campeones

A Luxemburgo no le ruboriza semejante fórmula. Los marcadores le respaldan y, pase lo que pase, el equipo no se ha convertido en la misma piltrafa que a finales de la pasada temporada. Debe ser por ello que Luxemburgo tampoco se inmuta a la hora de ordenar que un santuario como Chamartín, minutos antes de iniciarse un partido, sea regado hasta convertirlo en una charca. El mundo al revés: al técnico brasileño pareció deslumbrarle el juego de carambolas del Villarreal. Por el contrario, el equipo castellonense no corrigió un milímetro su plan. Frente al Madrid expuso el mismo guión que ante el colista, se dio un empacho de pelota, tejió su fútbol cartesiano, se colgó de Riquelme y remató más bien poco. Casi tanto como el Madrid, que cerró el primer tramo con una sola ocasión, un disparo cruzado de Beckham, tras un gran pase de Ronaldo, que estuvo en todas. Poco después, llegó el primer latigazo visitante. Riquelme, sin un escolta en toda la noche, descubrió un desmarque de Forlán. Pavón acudió al cruce y barrió la pelota y al jugador. Un jugada confusa que el árbitro sancionó con penalti, decisión tan discutible como si hubiera tomado la contraria. Riquelme fusiló a Casillas e hizo pagar al Madrid su espantosa primera parte.

Cuesta creer que un equipo de abolengo y con una galaxia de jugadores pocas veces vista a lo largo de la historia, deba recurrir a una pócima tan simplota, a un juego tan ulceroso. Máxime cuando va a rebufo del líder y no le queda otra que llevar la iniciativa. Al Villarreal le entregó todo un tiempo y, cuando se vio por detrás, no tuvo más respuesta que una dosis de adrenalina. Tardó una hora en rematar entre los tres postes de Reina -un tirito de Owen-. Unos segundos antes, Riquelme y Forlán pudieron enterrar definitivamente al Madrid. El argentino se plantó cara a cara con Casillas. Un duelo colosal, pero Riquelme, asistente por naturaleza, se ahorró el gol y cedió la pelota al uruguayo, que falló de forma incomprensible. Pese a sus 18 goles, Forlán no es un matador, no lo ha sido nunca. Es un buen jugador, pero la red no le ilumina la vista, lo que paga el Villarreal, un equipo mucho más productivo que eficaz.

Todo lo contrario que el Madrid, que no necesita una gran cosecha para encontrar el gol. Tiene a Ronaldo, al que le basta una bala. El brasileño ha cogido la onda y poco importa el barbecho que exista a su alrededor. La primera y única acción de mérito de Zidane fue culminada con un remate de cabeza de Ronaldo, justo cuando el Madrid más se sentía en el cuarto oscuro. Como en estos días no hay quien pueda con Ronaldo, también él acudió al rescate cuando Samuel azotó a su propio equipo. Recién logrado el empate, el central argentino golpeó con el brazo a José Mari, en una jugada intrascendente, en el centro del campo, en tierra neutral. Samuel, que cuando encima pega con todo, fue expulsado. Su descontrol dejó al Madrid a la intemperie justo al instante de comenzar la remontada. Y entonces emergió de nuevo Ronaldo, que hizo temblar a todo el Villarreal. Recibió la pelota en el costado izquierdo, entró en el área y se fue al suelo. El árbitro no señaló nada, pero los defensas se asustaron y, en vez de dejar que la pelota saliera por la línea de fondo, escupieron el balón de nuevo a los pies de Ronaldo, al que nadie quiso ni soplar. El genio adivinó la llegada por el centro del área del jugador menos imaginable: Míchel Salgado, que cazó un remate magnífico. Una jugada que simboliza a este Madrid tan poco reconocible: Ronaldo, por el callejón del once, asistiendo a un lateral defensivo que irrumpe por el nido del nueve. Así es este Madrid, al que incluso con su pobre ecuación aún le salen las cuentas. Sigue vivo, muy vivo. Y se lo debe a Ronaldo, que se ha puesto tozudo. Una seria amenaza para cualquiera que sea el líder.

Los jugadores madridistas se abrazan tras el segundo gol de Míchel Salgado.
Los jugadores madridistas se abrazan tras el segundo gol de Míchel Salgado.ULY MARTÍN

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_