Una historia de 8.000 conciertos
El Café Central recibió anoche el Premio a la Difusión de la Música por la calidad y variedad de su programación desde 1982
Uno de los muchos Premios de la Música que se otorgaron anoche posa junto a una estatua de Valle-Inclán. El excéntrico escritor da la bienvenida a cuantos rebasan el umbral del Café Central, en la madrileña plaza del Ángel, el entrañable club de jazz en directo que lleva programando un concierto cada noche desde agosto de 1982. Y es que la Academia de la Música ha decidido este año otorgar al local, en unión al Harlem Jazz Club de Barcelona, el Premio a la Difusión de la Música.
El sociólogo Nanye Blázquez, que recogió el galardón junto a Gerardo Pérez, ambos socios fundadores y gestores del café, mostraba ayer cierto alivio por el premio. "Nos da tranquilidad, pues supone un reconocimiento a lo difícil que es cada día mantener abierto un lugar de las características del Café Central". El respiro le viene ahora a Blázquez por la de veces que se ha planteado tirar la toalla en estos casi 23 años, con cerca de 8.000 conciertos, pues las deudas del local han hecho en más de una ocasión prácticamente inviable mantenerlo abierto. "Ante cada crisis hemos huido hacia delante con más música y apuestas difíciles, que hasta ahora nos han ido saliendo bien", confiesa.
En el verano de 1994, el Mundial de fútbol vació el local, pero Nanye y Gerardo apostaron por tener durante todo agosto al pianista invidente catalán Tete Montoliu. El músico siempre reconoció que aquellos 35 conciertos fueron de los mejores de su vida. Montoliu, que nunca les rebajó honorarios, pero que se ofreció a tocar a piano solo para que el Central evitara en aquel difícil momento los gastos de hotel y desplazamientos de su banda, reactivó el Central y sirvió de acicate para clubes de jazz como el Clamores, que también había sufrido pérdidas.
"El premio es también un reconocimiento para otros locales, pues desde la Asociación La Noche en Vivo llevamos tiempo reclamando de las instituciones el reconocimiento cultural de nuestra labor", dicen los dueños del Central, de nuevo en vilo por las obras en la plaza del Ángel, que les han obligado a quitar la terraza que ponían a mediodía los días de buen tiempo.
En el mapa internacional
Para revistas internacionales especializadas en jazz, el Café Central figura entre los 35 clubes mejores del mundo. Blázquez tiene claro que el Central empezó a figurar en ellas a raíz de los 14 días que pasaron por su escenario George Adams y Ton Pullen Quartet, la descomunal banda que había dejado al morir Charlie Mingus. "Era en febrero del 88, y el Central estaba viviendo su primera gran crisis. Los trajimos de Nueva York y acaparamos toda la atención de la crítica nacional e internacional. Eso nos puso en el mapa", recuerda.
Estos días, el Central está volcado en la música brasileña, con Zezo Ribeiro y Vanessa Borhagian. Estarán hasta el domingo, pues la costumbre es que cada artista permanezca, al menos, una semana, pero "hay excepciones, como cuando Javier Krahe se tira la Navidad entera cantando aquí con su banda".
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