Malestar inexpresable
Los fondos de renta variable japonesa están entre los que peor comportamiento han tenido a lo largo de los últimos doce meces; con pérdidas medias del 10%, sólo se comparan favorablemente con los que invierten en China, Rusia o países del sureste asiático, que llegan a perder el 12%.
Si el periodo observado es de tres años, la situación no es mucho más alentadora, ya que en ese plazo las pérdidas medias se han acumulado a un ritmo anual de casi el 4%. Sólo si el plazo elegido es desde abril de 2003 hasta abril de 2004 los fondos que invierten en Japón lucen la recuperación del 51% que experimentó la Bolsa de Tokio en ese periodo. Después se han sucedido los altibajos que, como mucho, han permitido acumular los dividendos, de los que habría que deducir la depreciación del yen frente al euro.
Pero todo lo anterior se queda pequeño si el periodo considerado es de 15 años. Pues 15 son ya los transcurridos desde que la Bolsa de Tokio iniciara una caída tendencial que llevó el índice Nikkei 225 desde su nivel máximo, cercano a 40.000, hasta 7.600. Un periodo en el que la economía japonesa ha pasado por tres recesiones, y en el que la caída de los precios ha devenido crónica.
Las informaciones que apuntan de vez en cuando a una reanudación del crecimiento económico se ven después contrariadas por la evidencia de lo que es un proceso persistente de estancamiento. También los índices de la Bolsa han intentado diferentes arrancadas que, persistentemente, se han revelado fallidas. Entre esos signos positivos hay uno muy reciente que apunta a lo que podría ser la reactivación de uno de los sectores más castigados por la crisis, el sector inmobiliario. Y es que, por primera vez desde hace 17 años, se ha producido una subida de los precios de los inmuebles residenciales en el centro de Tokio (no hay que olvidar que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria japonesa provocó caídas de precios del 50%).
Quince años de crisis económica y de caída de las bolsas casi completan un periodo de lo que suelen, con mejor o peor fundamento, denominarse ciclos largos. Aunque todo en el desarrollo de la larga crisis japonesa parece apuntar a unos procesos muy lentos, comparables con las peores crisis de las que hay memoria bursátil. Así, el Dow Jones, que en los tres años posteriores al crash de 1929 llegó a perder casi un 90%, tardó 24 años en recuperar su nivel de aquel octubre famoso. Al índice Nikkei le quedan, pues, ya sólo nueve años para evitar el batir ese triste récord. Para ello la recuperación debería ser superior al 200%, algo que hace tentadores, aunque arriesgados, los fondos de renta variable japonesa.
Contra la recuperación de sus niveles máximos antes de que transcurra ese periodo parecen conspirar múltiples factores, entre los que está la propia atonía que puede afectar a las bolsas mundiales en el futuro más cercano. Además está la angustia vital que parece haberse apoderado de la sociedad japonesa y que el presidente de una de sus universidades ha calificado de "malestar inexpresable".
Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.
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