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Reportaje:

Zoido, la evolución de juez a político

El secretario general del PP ha cambiado su discurso a medida que su partido ha endurecido su oposición en Andalucía

Luis Barbero

De juez decano de Sevilla al Gobierno de José María Aznar. Y de ahí, tras ocho años, a número dos del PP en Andalucía. Ésta es, de forma muy sintética, la trayectoria pública de Juan Ignacio Zoido (Sevilla, 1957), un juez metido a político cuya evolución en la última década tiene tres etapas bien diferenciadas.

La prudencia y discreción de su etapa de juez dieron paso a un político con tareas de gestión y perfil institucional (1996-2004). Desde hace un año, Zoido está en política en el otro lado de la barrera: en la oposición, con el papel de duro, y al frente de una compleja organización a la que llegó en plena depresión por el batacazo electoral del 14 de marzo de 2004.

En este último año, el perfil de Zoido ha cambiado forzado por la coyuntura política y el estilo de oposición elegido por el presidente de su partido, Javier Arenas, basado en una guerra sin cuartel contra el PSOE. Este cambio ha sido evidente, sobre todo, en su discurso.

Zoido admite que "al principio" le costó emplear el estilo directo de los políticos, pero que, poco a poco, ha aprendido los códigos
Sólo en un partido presidencialista como el PP se puede entender que nadie rechistase ante su meteórica carrera en la organización

La moderación y la importancia de los matices han dado paso a una dialéctica directa y a veces brusca a la caza de un titular. Ha asumido los lugares comunes que utilizan los políticos y, a medida que su partido ha endurecido su oposición, él ha endurecido su lenguaje.

El uso de palabras como "corrupción" y "robar" contra las socialistas son constantes en sus intervenciones de las últimas semanas, a raíz del descubrimiento del caso de las facturas falsas en Sevilla. "Su papel institucional anterior le hacía tener un discurso muy distinto. No usaba un lenguaje tan directo. Se le ha notado mucho el cambio", afirma una persona que colabora con Zoido.

Esta faceta de dar caña al mono y de hacer acusaciones un tanto superficiales (como la "extraña coincidencia" de apellidos de funcionarios de la Junta y altos cargos del Gobierno andaluz) parece que en ocasiones han incomodado a alguien que tuvo que aplicar el Derecho, donde sólo vale la certeza, no la sospecha.

"A veces se le nota un poco forzado", reconoce un compañero de partido. El propio Zoido admite que "al principio" le costó emplear el estilo directo de los políticos, pero que, poco a poco, ha aprendido los códigos. "Te metes sin darte cuenta en la dinámica del lenguaje político", añade el secretario general del PP.

Cierto es que para este aprendizaje ha estado al lado de alguien que maneja como pocos y con gran desparpajo la crítica política, Javier Arenas, su gran valedor y factor determinante para explicar por qué Zoido está donde está.

Arenas y Zoido son amigos desde la época en que estudiaban Derecho en Sevilla. Al acabar sus estudios (son de la misma quinta) sus caminos divergieron. El primero ya tenía claro que viviría por y para la política. El segundo optó por la judicatura. "Es buena persona y era buen compañero, pero normalito como juez. Nunca tuvo asuntos de envergadura", recuerda un ex compañero en los tribunales de Sevilla.

Las trayectorias de Arenas y Zoido volvieron a converger en 1996. Arenas fue nombrado ministro de Trabajo y Zoido, director general del Ministro de Justicia. En los siguientes años, Arenas desempeñó diferentes cargos en el Gobierno y en el PP. Y el segundo fue delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha y en Andalucía, comunidades gobernadas por el PSOE. En esta última etapa, dice un colaborador, "le dio tiempo para conocer quién es quién en el partido y a conocer la política andaluza".

Las elecciones del 14 de marzo del año pasado marcaron su destino. La derrota del PP propició el regreso de Arenas a Andalucía para recomponer un partido deshilachado. Y Zoido pasó de ser un afiliado de base con sólo unos meses de militancia a ser el número dos de una organización con más de 100.000 integrantes. Sólo en un partido presidencialista como el PP se puede entender que nadie rechistase ante la meteórica carrera de alguien que no dejaba de ser un advenedizo.

"Es muy buena persona y se hizo con la gente en tres días", afirma una persona que colabora estrechamente con Zoido. Un dirigente corrobora que fue "bien recibido" y que su estilo, basado en las buenas maneras y el trato cordial, ha calado en la sede regional. "Si ha habido algún recelo, yo no lo he notado", afirma Zoido.

Otra cosa ha sido hacerse con el partido, sobre todo con las provincias, y conocer las claves de la política. "Todavía le queda un poco", afirma un dirigente. "Arenas sabe de política mucho más, pero Zoido es una esponja que lo absorbe todo", afirma una persona que conoce bien a ambos.

Zoido reconoce que tuvo que hacer un gran "esfuerzo" para conocer los entresijos del partido, para lo que hizo un cursillo acelerado con las crisis internas de Jaén y, sobre todo, de Almería, provincia en la que el PP está fracturado. Su receta en estos meses ha sido, según afirma, "dialogar con todos" y "no invadir competencias".

Asegura Zoido que en sus análisis destierra el "apasionamiento", aunque sus colaboradores destacan de él un convencimiento que hoy día parece de difícil cumplimiento. "Tiene una fe absoluta e inquebrantable en que Javier Arenas va a ser presidente de la Junta en 2008", afirma una persona de su entorno.

El momento de la duda

El resultado de las elecciones del año pasado hizo que Juan Ignacio Zoido se enfrentase al dilema de emprender el camino de vuelta y volver a colgarse la toga o seguir en la política en un proyecto lleno de incertidumbres y con un futuro complicado como es el del PP en Andalucía. Tras un par de semanas de dudas, Zoido aceptó la oferta de Javier Arenas de montarse en el tren de la política. Al no tener escaño ni en el Congreso ni el Parlamento andaluz, y para no perder la excedencia judicial, Zoido fue designado miembro del Consejo de Administración de la RTVA, un puesto anómalo para el número dos de un partido político.

Zoido no se arrepiente de la opción elegida. "Mi grado de compromiso con el PP es total", afirma Zoido. Este compromiso va más allá con Arenas. Personas que trabajan con ambos destacan que la "lealtad" de Zoido a Arenas es "total". "Zoido sabe que el protagonismo debe ser de Arenas". También dicen que Zoido irá en el futuro donde Arenas le proponga. Un futuro que algunos en el PP creen que pasa por el Ayuntamiento de Sevilla.

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Sobre la firma

Luis Barbero
Es subdirector de Actualidad de EL PAÍS, donde ha desarrollado toda su carrera profesional. Ha sido delegado en Andalucía, corresponsal en Miami, redactor jefe de Edición y ha tenido puestos de responsabilidad en distintas secciones del periódico.

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