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Reportaje:

El señor del santuario laico

El artista Manolo Safont recibe el Premi Vicent Ventura otorgado por las universidades de Valencia y Jaume I

María Fabra

La transición de la década de los 60 a los 70 fue fácil sólo para unos pocos. Los intelectuales de la Comunidad Valenciana, los que luego ocuparían cátedras, los que mostraban inquietudes y trabajaban en pro de la cultura y, sobre todo, de la cultura valenciana, lo tuvieron, quizá, incluso un poco más complicado que el resto. Pero para hacer más llevadera su "lucha" contaban con el apoyo de algunas personas que ofrecían todo, aunque fuera poco. Dicen que, por aquel entonces, existían dos santuarios laicos desde Vinaròs a Orihuela. Uno, estaba ubicado en la calle de San José en Sueca: la casa de Joan Fuster. El otro, en la plaza de San José, en pleno raval de Onda: la casa de Manolo Safont. Por allí pasó mucha gente, entre los que se encontraban Arcadi García, Manuel Ardit, Jesus Huguet o Antoni Seva, quien ayer se encargó de desglosar la vida del artista, ceramista y anfitrión de aquellos inquietos potenciales intelectuales.

Manolo Safont recibió ayer el Premi Vicent Ventura que otorgan las universidades de Castellón y Valencia, la Unió de Periodistes Valencians, Comisiones Obreras, el Sindicat de Treballadors de l'Ensenyament del país Valencià, la UGT y la Unió de Llauradors i Ramaders. El aula magna de la Universitat de Valencia, en el edificio de La Nau, fue el lugar elegido para la entrega de este galardón, en su sexta edición.

Safont nació en 1928 en la localidad de Onda, municipio en el que ha pasado la mayor parte de su vida y desde el que consiguió no sólo desarrollar sus aptitudes artísticas, trabajando con la cerámica, sino convertir la ciudad en punto de referencia y encuentro. Su primer trabajo fue en una azulejera, donde aprendió los secretos de las pastas cerámicas que luego, sin cesar en su estudio, le convirtieron en uno de los más destacados pintores ceramistas, especialmente reseñable por el color, la textura y el relieve de sus piezas. Con sus largos bigotes y su jersey, casi siempre, rojo, Safont estuvo ayer presente en la entrega de su premio. Allí escuchó cómo el rector de la Universidad Jaume I, Francisco Toledo, destacaba su trabajo y su persona como "modelo de paciencia y de meticulosidad en la aplicación a la cerámica de formas pictóricas propias e innovadoras". Toledo también recordó a la esposa de Safont, Anita, quien desde aquella casa del Raval de Onda ocupó un lugar fundamental en la vida del galardonado y de todos aquellos que pasaron por el santuario laico.

Por su parte, el rector de la Universidad de Valencia, Francisco Tomás, se fijó en el sentido del premio que, bajo el nombre del periodista Vicent Ventura, pretende premiar trayectorias y modelos cívicos, de compromiso con la cultura valenciana y con su historia. "A quienes han dejado un rastro inestimable de dedicación exclusiva a sus pueblos y a sus comarcas", según dijo.

La parte más personal del artista fue ensalzada por el profesor de la Pompeu Fabra Antoni Seva, uno de aquellos que pasó largos ratos en casa de Manolo y Anita. Al igual que, esta noche, en Onda, lo harán Jesús Huguet o Enrique Navarro, el alcalde de la ciudad natal de Safont, en la que se ha decidido otorgar su nombre al flamante y recién estrenado museo de cerámica. "Él hizo de catalizador del movimiento cultural del pueblo", explicó Navarro. No en vano, para su pueblo, para Onda, ha decidido donar todas sus obras y patrimonio. Siempre en pro de la cultura. Aun cuando para ello hubo de crear un santuario laico en su propia casa.

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