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Columna
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'Abertzales'

La campaña electoral para las autonómicas vascas se desarrollaba según lo previsto hasta que una candidatura marginal ofreció sus siglas a los abertzales. Sin Batasuna, podía ocurrir que una parte de sus frustrados votantes acabase facilitando un diputado más en Araba para el PNV, quizás casi dos en Gipuzkoa y uno en Bizkaia. En resumen, la anulación de las candidaturas de Batasuna se percibía como un inopinado regalo para que el PNV consiguiese la mayoría absoluta (38 escaños). Pero he aquí que PCTV-EHAK ofreció sus siglas, y, después de horas de reflexión la metrópoli abertzale (los peor intencionados señalaron que Batasuna consultó a ETA si aceptaban el favor), pedirá el voto para esas candidaturas en las que apenas nadie había reparado a pesar de que las siglas no son del todo nuevas ni desconocidas.

De inmediato, el PP pidió a la fiscalía que tomase cartas en el asunto por si se les podía aplicar a estas candidaturas la misma doctrina que a las de Batasuna, y proceder a apartarlas de la elección. Mientras tanto, el Gobierno mantenía un prudente silencio sobre esta nueva sorpresa con la que nadie contaba (incluidos los hipotéticos beneficiarios de todas las ilegalizaciones en curso, el PNV).

A todo esto, no faltaron quienes señalaron que si estas siglas madrina concurren el próximo domingo, los diputados que previsiblemente obtengan (se habla de entre cuatro y cinco) tendrán dos efectos en el próximo parlamento: limitar seriamente las posibilidades de mayoría absoluta del PNV, y seguir los dictados de sus electores, es decir, de Batasuna, es decir, y, como dicen PP y PSOE, de ETA. De inmediato, se convirtió en obsesivo el rumor según el cual probablemente no habrá propuesta de ilegalización por parte de la fiscalía contra estas listas, quizás, también, porque resulta mucho más delicado aplicarles los supuestos según los cuales, al parecer, tener un hermano en la cárcel es motivo suficiente para que un candidato de las listas ilegalizadas pertenezca a la banda armada, o que el hecho de no condenar la violencia etarra constituya un tipo penal insoslayable, cuando la CE no puede obligar a ningún ciudadano a algo así, ni, a mi modesto entender, privarle de derechos políticos por su silencio, porque en ese caso el silencio no puede calificarse simple y llanamente como cómplice en el delito, ya que si así fuera implicaría el inmediato procesamiento de todos los que no condenan, y, en fin...

El clamor del PP contra la actitud del PSOE de no insistir ad nauseam en la ilegalización de estas listas está teniendo un doble efecto: señalar al PSOE como interesado en que la mayoría relativa del PNV le incline a un pacto con ellos, y cosechar votos constitucionalistas (como se les llama en España), o no nacionalistas enragées para mantener la posición de ventaja respecto al PSOE que en la actualidad tiene el PP.

Si tenemos en cuenta que IU-EB mejorará, sin duda, sus posiciones, aunque sea ligeramente (de 3 a 4); que el PNV sólo puede crecer con el voto abertzale (ahora en el dilema de votar a las listas madrinas o a PNV-EA, y difícilmente a Aralar); que es factible que Aralar obtenga representación; y que el número de escaños a sumar entre PP y PSOE difícilmente puede superar los actuales (32), me inclino a pensar, después de medir, pesar, recortar y arriesgarme, que el domingo vamos a estar igual que antes y que la única incógnita es si los votantes de Batasuna se van a comportar como un bloque o no, pues de ello depende la mayoría absoluta de PNV-EA.

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