Triunfo legítimo de Salvador Cortés
En el último de la tarde saltó la sorpresa. Después de cinco toros inválidos, descastados y sosos que no se picaron y no aguantaron ni un alamar, salió el sexto, de nombre Gamberro y 528 kilos de peso, que dio toda una lección de bravura, casta y nobleza, y permitió el triunfo emocionante y justo de un chaval que tomaba la alternativa y que estuvo a la altura de tan importante oponente.
Se pidió la vuelta al ruedo para el toro, pero el presidente, erróneamente, no lo permitió, quizá porque no hizo una vistosa pelea en varas, si bien es verdad que le midieron el castigo a la vista de la invalidez de sus hermanos. Acudió con alegría a los capotes, persiguió en banderillas y llegó a la muleta encastado y noble, incansable en sus embestidas, de largo recorrido y arando con el hocico el albero maestrante. Un toro de bandera que salvó en el último momento un fiasco de corrida moderna y comercial.
Del Cuvillo / Morante, Tejela, Cortés
Toros de Joaquín Núñez del Cuvillo, bien presentados, inválidos, sosos, descastados y noblotes, a excepción del 6º, bravo y noble, de excelente juego, y para el que se pidió la vuelta al ruedo. Morante de la Puebla: dos pinchazos y media baja (ovación); bajonazo y dos pinchazos (ovación). Matías Tejela: estocada (ovación); pinchazo y estocada (silencio). Salvador Cortés, que tomaba la alternativa: casi entera baja (palmas); estocada (dos orejas). Plaza de la Maestranza, 11 de abril. 11ª corrida de feria. Lleno.
El toricantano Salvador Cortés tuvo la suerte de que le tocara un toro bravo, pero también la torería de responder sobradamente a la exigencia del toro, que es lo que hace grande su triunfo. No se amilanó el joven torero; por el contrario, lo citó de largo desde el centro del ruedo y consiguió tres tandas de redondos largos y hondos, muy cortas las tres, pero muy bien ligadas con el pase de pecho. Continuó por la izquierda, y, mientras el toro embestía una y otra vez, el torero dibujó naturales templados y largos que emocionaron a los tendidos. Se adornó por bajo con torería, montó la espada y se volcó materialmente en el morrillo del animal, cobrando una estocada de efectos fulminantes.
Antes se había lucido en unos lances a la verónica de salida, y había saludado Curro Robles por dos magníficos pares de banderillas.
Un triunfo legítimo de Cortés que hace presagiar los mejores augurios para su carrera. En su primero, sin fuelle, aprovechó las escasas energías del animal para trazar algunos naturales estimables. El día que este torero adelante la pierna contraria y cargue la suerte, se hablará de él mucho y mejor.
Claro que el protagonista de la tarde era Morante, que reaparecía tras su retirada momentánea de los ruedos. Todo quedó en dos cariñosas ovaciones, pero dejó la impresión de estar en el camino que le permita reverdecer laureles del pasado.
Unas verónicas ejecutadas con sumo gusto y un quite por chicuelinas a su primero invitaron a pensar que habría faena de altos vuelos. El comienzo de muleta fue espectacular: pases por bajo con templanza y galanura, un molinete y un pase de la firma, dibujados todos con mimo y embrujo. Pero ahí se acabó todo. El toro, muy parado, le enganchó la franela; el torero no acabó de cogerle el aire, se colocó mal y toda la ilusión se desvaneció.
Con gran decisión inició la faena al cuarto en un supremo esfuerzo por cuajar la labor que todos esperaban. Así, consiguió una extraordinaria tanda de redondos en un palmo de terreno, que fue todo un monumento al arte del toreo. Tomó la zurda, se hundió el toro y sólo pudo esbozar naturales y algunos adornos. Mató mal a los dos toros, con mucha inseguridad, pero dejó abierta la puerta de la recuperación.
Muy decidido toda la tarde se mostró Matías Tejela y se atrevió a brindar su primer toro a Curro Romero, pero el inválido animal no le permitió un pase. Algo más de movilidad tuvo el quinto, y el torero, que inició con dos pases cambiados por la espalda, lo toreó acelerado y destemplado; dio muchos pases y, como suele ocurrir, toreó muy poco.
Babelia
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