Pura inspiración
Madrid: cosmopolitismo. De eso no hay duda. Pero lo que sí que está claro es que aquello más cosmopolita y donde la diversidad está a la orden del día es La Latina... Metro, una calle inmensa en forma de cruz griega se extiende ante ti... Infinidad de diferentes puestecitos donde cada cual trata de vender lo que puede...
Es algo así como Portobello Road: se trata de vender y comprar hasta el sol. Todo lo que busques, si allí no está, es porque no existe. Entre la multitudinaria muchedumbre que recorre las calles en busca de restos insignificantemente necesarios pasan, siempre alegres, grupos de músicos urbanos, ritmos orientales y grupos árabes que adornan con notas el aire puro y frío.
En la esquina, el guitarrista, que va recorriendo la zona de manzana en manzana en busca de un reconocimiento material de su talento: despréndete de unas monedas y verás cómo todo cambia. Carteles que rezan: "Bocatas 1,70", realmente baratos, porque el tamaño es propiamente desmesurado, como el Rastro en sí.
Es algo insólito, pero lo típico, en contra de toda lógica, no es un bocata de chorizo o tortilla de la abuela, ¡sino de calamares!; calamares en Madrid, y en el Rastro: ¿alguien da más? Y, sin embargo, el sabor se corresponde con el más puro calamar de cualquier chiringuito cutre en un barrio pescador cualquiera de una costa cualquiera... Es algo extraño... Paella y tortilla, tipycal spanish food, pero lo más raro es que los cocineros son inmigrantes, en su mayoría de color, y que lo que menos tienen es sangre española: entonces, ¿cómo logran ese artesano sabor que sólo conseguí disfrutar en casas de pueblos perdidos de Andalucía?
La Latina es pura inspiración. Como buena malagueña adoptada en la ciudad de las oportunidades, me pregunto: ¿supone esto ser mujer en Madrid.
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