"El agua es mi única referencia geográfica"
Pregunta. ¿Por qué navega en solitario?
Respuesta. Es lo que más me engancha, quizás porque es la forma de navegar que más se adapta a mi forma de navegar.
P. Hace falta una gran preparación, ¿no?
R. Hay que ser bastante completo y saber de barcos, porque si hay una avería tienes que saber resolverla. Uno tiene que estar muy involucrado en el proyecto, y yo vivo sólo pensando en esto. Cada uno tiene sus locuras.
P. ¿Pero es mejor navegar solo que acompañado?
R. Navegar en solitario es muy intenso. Tú gestionas toda la regata: táctica, reglajes, descanso, alimentación... Los días son tres veces más largos que en tierra. En la pasada mini Transat [regata entre La Rochelle (Francia) y Salvador de Bahía (Brasil) con una escala en Lanzarote] dormí un promedio de cuatro horas de cada veinticuatro; máximo, con franjas de veinte minutos. Yo no digo que estemos hechos para estar solos.
P. ¿No mantiene comunicación exterior?
R. En la mini Transat está prohibida la comunicación exterior por reglamento, para que no te puedan guiar desde tierra. Son regatas muy psicológicas. El que se mete en esto debe tenerlo bastante claro. Al ser tan intenso tienes momentos de gran euforia y otros que te hundes.
P. ¿Cómo se estimula cuando se deprime?
R. Tengo dos o tres trucos psicológicos. El primero es decirme: Álex, no te quejes porque estás aquí porque has querido. Luego me acuerdo de lo que ha costado llegar hasta allí, porque el 80% de la regata es preparación: el barco, la comida, la meteorología, la preparación física... Y la otra, como mi posición en las regatas suele ser bastante buena, es pensar en los que están a mucha distancia de mí por detrás.
P. ¿Qué o quién absorbe su fe en esos momentos?
R. Me acuerdo de la gente que me ha apoyado.
P. ¿Qué come un navegante solitario?
R. Normalmente, por un tema de peso, comida liofilizada. Se echa un sobre y agua y salen lentejas con chorizo... Y no está tan malo, aunque en tierra no nos lo comeríamos. También me llevo latas, precocinados... Y pasta. Mi abuela me prepara unas salsas envasadas al vacío que, más que energía, me dan moral.
P. Usted realizó un gran esfuerzo para lograr la tercera posición en la mini Transat de 2003, cruzando el Atlántico en otoño con un barco de seis metros y medio de eslora, y sin embargo su hazaña pasó desapercibida en España.
R. Sí, también se viven momentos muy duros fuera del agua, pero hay otros pequeños momentos que te compensan y te hacen sentir deportista.
P. Hay una visión muy romántica del navegante solitario. ¿Se corresponde con la realidad?
R. Los navegantes solitarios empezaron en plan de crucero a principios de siglo. En regatas es algo reciente, de los años setenta. Tiene una parte romántica que se va perdiendo porque el deporte se ha profesionalizado mucho y la vertiente de regata se superpone a la de la aventura.
P. ¿Es cierto que navega sobre cualquier cosa que flote?
R. En todo tipo de barcos, lo que ocurre es que me he convertido un poco en especialista en la clase mini Transat. Pero soy feliz en el agua. El agua es mi única referencia geográfica. Tengo mucha incultura de montaña.
P. ¿Para hacer lo que hace hay que ser soltero?
R. Me cuesta mucho que una novia me dure. Bueno, los grandes navegantes solitarios como Alain Gautier y Loick Peiron tienen cuatro o cinco hijos. A mí me sorprende.
EN DOS TRAZOS
Álex Pella (Barcelona, 1972) es el Fernando Alonso de la vela de altura. Es el único español que ha subido al podio de la mini Transat, en la que logró la tercera posición en 2003, financiando con un crédito la travesía. Como preparador de barcos podría estar en la Copa del América ganándose bien la vida, pero prefiere trabajar para crear en España interés por las regatas en solitario, un deporte con muchos adeptos en Francia e Inglaterra. Ahora, asociado con Dominique Luna en el quipo Open Sea, ha montado su cuartel general en Dénia con el reto de la Transat 650 de 2005 y la Vendée Globe de 2008.
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