_
_
_
_
Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Leonardo Castillo, el cura de los toreros

Antonio Lorca

Era conocido como "el cura de los toreros" porque no en vano casó a media torería andante y bautizó a sus vástagos; también le apodaban "el padre festivales" por los numerosos festejos taurinos que organizó a lo largo de su vida para sufragar las muchas obras sociales que puso en marcha.

Pero el sacerdote Leonardo Castillo -Algar (Cádiz), 1931- era mucho más que el referente espiritual del mundo el toro.

Falleció el pasado Viernes Santo, y el martes 28 de marzo, un impresionante gentío abarrotó la catedral de Sevilla para despedirlo entre aplausos y una emoción incontenida en el transcurso de un funeral presidido por el cardenal Carlos Amigo, un arzobispo, dos obispos y 115 sacerdotes.

Hubo toreros, claro que sí, pero hubo, sobre todo, ciudadanos de a pie y muchos costaleros de un Cristo vivo, asociación fundada por él hace 21 años, y en la que sus miembros atienden a enfermos en las peregrinaciones que cada año organizan a Lourdes o a Fátima, "única posibilidad", decía Leonardo, "que tienen estas criaturas de conocer mundo".

La verdad es que se despedía un buen hombre; "un hombre al que importaban las personas", en palabras del cardenal sevillano.

Leonardo Castillo nació en el seno de una familia modesta; fue ordenado sacerdote en 1955, y su primer destino fue el pueblo sevillano de Cazalla de la Sierra, donde con una primera aportación de cinco duros inició el proyecto de la que sería la Escuela Profesional Diocesana, en la que cientos de jóvenes han aprendido un oficio. Allí, en Cazalla, organizó el primer festival taurino, el 12 de octubre de 1955, que recaudó 15.000 pesetas, destinadas a comprar mantas para los más necesitados del pueblo.

Durante 20 años ejerció como delegado de Cáritas Diocesana. "La gente de Cáritas", dijo en una entrevista, "son los geos de la caridad; entran donde no entra nadie". Y Leonardo entró como capellán en el centro penitenciario Sevilla II, donde inventó mil historias para hacer más llevadera la vida de los reclusos. Porque Leonardo estaba convencido de que "la enfermedad y la cárcel son la peor de las pobrezas". En abril de 2002 tomó posesión como canónigo de la catedral de Sevilla, pero no se encerró nunca entre los muros del templo. La gente necesitada estaba en la cárcel, en los barrios más humildes, entre los inmigrantes más desposeídos, y con ellos estuvo siempre Leonardo.

Ha dejado una legión de amigos, y muchos de ellos lo homenajearon en vida. Fue nombrado sevillano del año en 1973, y recibió la Gran Cruz de Beneficencia al año siguiente. Ha sido, además, sin ningún género de dudas, profeta en su tierra y en Sevilla. Un alcalde falangista lo nombró hijo adoptivo de Cazalla de la Sierra; otro, socialista, lo nombró hijo predilecto de su pueblo, Algar; y un tercero, de Izquierda Unida, le entregó el título de hijo adoptivo de Carrión de los Céspedes. La verdad es que Leonardo Castillo se ha dejado querer a base de darse a los demás. Nació con una sonrisa que no le abandonó nunca y que permanecerá durante mucho tiempo en los corazones de tantos huérfanos como ha dejado. Una cerrada ovación irrumpió en la catedral de Sevilla cuando sus costaleros de un Cristo vivo se lo llevaban en volandas tras la ceremonia religiosa. No era para menos: se despedía un maestro del amor fraterno.-

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_