"Vivimos en un mundo con poco empleo"
Juan Somavía, chileno de 63 años, lleva las riendas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desde marzo de 1999. Tras una larga carrera en diferentes misiones de la ONU, Somavía, que inició su actividad como profesor, se esfuerza en convencer de la importancia del diálogo social para dar respuesta a los retos de la globalización. Sin renunciar a la sonrisa, el responsable de la agencia de la ONU para el empleo desgrana las deficiencias del panorama laboral en el mundo en una reciente entrevista realizada en Budapest durante la última cumbre europea de esta organización.
Pregunta. ¿Por qué el crecimiento económico, especialmente en Europa, no se traslada al empleo?
Respuesta. La creación de empleo de los años sesenta ha ido bajando sistemáticamente. Si no reestablecemos el vínculo entre crecimiento y empleo muchos de los problemas no se pueden resolver. No hay una solución mágica, pero sí un método: el diálogo social. El problema es que no está planteado en esos términos, sino en cómo nos ajustamos más y más, que es la manera como funciona la economía global. También tiene que haber coherencia en las políticas de los organismos internacionales. El FMI, por ejemplo, se concentra en los desequilibrios macro, que habría que abordar junto con los temas de salud, educación y empleo. Hace falta diálogo social y una mucha mayor coherencia entre lo económico, social y medioambiental en organismos internacionales.
"Si hay más crecimiento y más empleo, habrá menos presión para emigrar"
P. ¿Hay alguna medida que se haya mostrado eficiente para casar crecimiento y empleo?
R. El problema es que uno crea empleo y se olvida de lo social. O se preocupa de lo social y se olvida del empleo. Hay que buscar el equilibrio. Es curioso observar que varios de los países a la cabeza de la competitividad mundial, como Suecia y Dinamarca, tienen una larga tradición de estado de bienestar y diálogo social, según datos del Foro Económico Mundial. O sea, se puede hacer.
P. La OIT habla de trabajo decente. ¿Qué posibilidades hay de trabajo decente en un contexto de globalización donde la mayor arma para competir son los costes?
R. El trabajo decente es un objetivo. La OIT lo define fundado en cuatro pilares: la creación de empleo y del entorno necesario para la inversión, los derechos en el trabajo, la protección social y el diálogo social. Hemos propuesto que todas las reuniones de jefes de Estado reconozcan que el trabajo decente es un objetivo a perseguir. Pero cómo se combinen los cuatro elementos depende de cada uno. Ésa es la diferencia de la OIT, que no llegamos a los países con una lista de 10 cosas que han de hacer, como otros organismos internacionales.
P. Pero la deslocalización de empresas hace más difícil mantener ciertos estándares de calidad.
R. Bueno, deslocalización en una economía es creación de empleo en otra. En la OIT, ese debate va a reunir a todos los afectados. La posibilidad de encontrar una solución es, por tanto, mucho mayor que en otros foros.
P. ¿Qué reformas habría que aplicar al sistema de pensiones?
R. La reforma más grande es crear empleo. Vivimos en un mundo con poco empleo. Si hubiera más, el problema de las pensiones sería otro. En la OIT no asumimos que los actuales niveles sean los únicos posibles. Es la principal demanda democrática en el mundo, más y mejor empleo. Por ello hay una responsabilidad pública, privada y de los organismos internacionales. Pero en vez de ver cómo creamos más empleo nos centramos en cómo ajustarnos más al poco que estamos creando.
P. Una de las vertientes de esa mayor creación de empleo es la inmigración. ¿Puede Europa hacer frente a la actual ola migratoria?
R. En la medida en que seamos capaces de resolver el problema de fondo, más crecimiento y más empleo, habrá menos presión para emigrar. La gente emigra porque no encuentra trabajo en su pueblo. Y hay que asegurar que se desarrolla dentro de un marco. La emigración está vinculada a aspectos culturales y los países están legitimados para ver qué quieren hacer.
P. El problema es que se suele integrar en la economía sumergida.
R. En ese sentido, España está realizando un trabajo bien interesante con la regularización.
P. Sin embargo está recibiendo críticas de otros países por el impacto que pueda tener en el resto de Europa.
R. Las soluciones tienen una base nacional muy fuerte, pero la discusión global puede ayudar a resolver los problemas.
P. ¿De qué manera?
R. Tiene que haber un marco, nadie plantea fronteras abiertas. Es interesante que en el siglo XIX, lo que estaba bien controlado eran los movimientos financieros, mientras los de personas eran libres. Hoy se liberaliza lo financiero y comercial y se restringe el movimiento de personas.
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