"Los bancos son más transparentes que las cajas"
Hace menos de dos semanas que ha dejado la presidencia de Caixa Catalunya, pero, después de casi 21 años al frente de la tercera caja española, la costumbre pesa y el catedrático y ex rector Antoni Serra Ramoneda (Barcelona, 1933) continúa hablando de la entidad como de "nosotros". Se ha ido sin agotar su último mandato. En su despedida, explicó que el actual ministro de Industria, José Montilla, orquestó su salida. Le reemplaza el vicepresidente del Gobierno socialista Narcís Serra.
Pregunta. Veinte años al frente de una caja, ¿no es demasiado?
Respuesta. Pues sí (se ríe). Lo digo sinceramente. El peligro es que uno acabe considerando que ha adquirido ciertos derechos a un cargo que ha de ir renovándose y eso no es bueno.
"Todos llaman ante un problema. Las cajas no son el inagotable cuerno de la abundancia"
"Las acusaciones de politización [por la elección de Narcís Serra] eran de prever"
P. Pero usted quería seguir.
R. Si me hubieran pedido que continuara, lo habría hecho. La caja está en una trayectoria muy buena e iba a iniciarse un nuevo plan trienal a cuyo término hubiera debido cesar por imperativo legal. Pero también entiendo que haya un cambio. Siempre he dicho a los sucesivos presidentes de la Diputación que cuando ellos dijeran que habría un cambio, yo no pondría impedimento.
P. ¿Es verdad que Artur Mas, cuando era el jefe del Gobierno catalán, le pidió que no le afectaran los cambios legales por los que se apartó de La Caixa a Josep Vilarasau?
R. Es en parte cierto. Se iba a promulgar una disposición pensada con una finalidad que a mí no me afectaba. En lugar de tirar con bala, lo hicieron con perdigón y yo pedí que corrigieran el error en que involuntariamente habían incurrido. Lo hicieron más tarde y de forma poco ortodoxa.
P. Dicen que usted, al aceptar irse, pidió una contrapartida.
R. ¡Es radicalmente falso! No sólo no la he pedido, sino que incluso he rechazado alguna que se me ofrecía. No es mi estilo. Cuando me llamaron para ser presidente de Caixa Catalunya, hace 20 años, me tuvieron que obligar. No era como ahora, entonces la situación era difícil y nadie quería ser presidente. No he querido ni quedarme en la fundación. Es antinatural. Las cosas, cuando se acaban, se acaban.
P. José Montilla no pareció muy contento de que revelara que él le pidió que se marchara.
R. Me sorprendió su respuesta , pero el problema real es otro: un contexto de acusaciones de politización de las cajas que, por otra parte, era de prever. Ya sabemos cómo son los partidos. No fueron mis palabras las que provocaron el rifirrafe.
P. ¿Las cajas están politizadas?
R. Politizadas en sentido estricto, no. Las cajas, por su éxito, despiertan interés y eso puede provocar intentos de influir en ellas.
P. Después de muchos años, tanto Vilarasau como usted se despidieron con un canto a la independencia. Si no están politizadas las cajas, ¿independencia de quién?
R. Independencia significa que cuando uno toma una decisión, la toma en función de la repercusión que puede tener para la caja. Sólo un ejemplo. Cuando hubo la oferta de Gas Natural sobre Iberdrola, las instituciones políticas nos hicieron llegar que sería bueno que Caixa Catalunya tomara una participación en Gas Natural porque eso daría más fuerza a la representación catalana y a la oferta. Pero antes de tomar la decisión, calculamos la repercusión que tendría para la caja tomar el 3%. Compramos porque estimamos que era una buena oportunidad para la entidad. Si ahora se vendiera, Caixa Catalunya ganaría mucho dinero.
P. Pero también hicieron frente común con La Caixa.
R. El interés del país debe tenerse en cuenta. La función de los políticos es promoverlo, pero las entidades deben atenderlo siempre teniendo en cuenta sus intereses y el impacto que pueda tener sobre ellas. A veces, hemos dicho no. Todos llaman a las cajas cuando hay problemas. Los astilleros, el Barça o la renovación de la fachada de la catedral. Las cajas no son un inagotable cuerno de la abundancia.
P. Pero las cajas no tienen la misma naturaleza que los bancos. Éstos se quejan de que no compiten en igualdad de condiciones y de transparencia.
R. Pues a mí me parece muy bien que se exija la máxima transparencia, y creo que las cajas hubieran debido ser más rápidas y anticiparse en lugar de ser renuentes a esta transparencia. En este momento, los bancos son más transparentes que las cajas. Lea la memoria del BBVA o del Santander y verá las retribuciones individualizadas de sus directivos. Eso en las cajas no se da. Las cajas, por definición y por su propia naturaleza, deberían ser más transparentes.
P. ¿Habrá sorpresas con la transparencia sobre créditos de las cajas a partidos políticos?
R. En el caso de cajas catalanas, no creo. Y le aseguro que ninguna sorpresa en el caso de Caixa Catalunya. En estos 20 años, se han dado algunos créditos, pero siempre con importes y condiciones nada extraordinarios. No es un problema.
P. Se despidió pidiendo que Caixa Catalunya recuerde que es una caja y que eso se note hasta en las retribuciones. ¿Qué teme con Narcís Serra?
R. Las cajas no son entidades puramente mercantiles. El personal de las cajas debe cobrar más que el de los bancos y los superiores jerárquicamente deben cobrar menos. Pero no estaba expresando el temor de que las cosas cambien en Caixa Catalunya. Sus altos cargos ejecutivos están por debajo de lo que cobran de promedio sus homólogos de las otras entidades, y sus consejeros perciben unas dietas dentro de los límites de la Generalitat. Dije que una caja es una caja y que no podemos fijarnos en los bancos ni equipararnos a ellos.
P. El presidente de la Diputación [entidad fundadora] dijo que Caixa Catalunya necesitaba dinamismo. ¿Cómo lo interpreta?
R. Es una opinión respetable y que, supongo, quiere explicar mi relevo. Gracias a la gran mejora de los últimos años en nuestra cuenta de resultados y balance, hoy podría pensarse en un paso adelante. La eficiencia ha mejorado muchísimo, y aún debe mejorar más. Pero lo importante es que se nos acepte que apliquemos el acuerdo de Basilea II. Eso significaría una gran mejora de nuestro coeficiente de garantía, lo cual nos abriría las puertas a otros crecimientos. Desde dentro las cosas se ven mucho mejor que desde fuera.
P. ¿Qué futuro tiene una caja mediana como la que presidía?
R. Pues seguir con lo que se hace ahora. Hay que olvidarse de La Caixa. Copiarla sería muy difícil de repetir, y muy peligroso. Hay que definir un modelo propio. Tomar pequeñas posiciones en empresas medianas, o jugar un poco al capital riesgo en empresas de nuevas tecnologías. O, como ha hecho Caixa Catalunya, constituir un grupo inmobiliario con una estructura muy inteligente, o tener una presencia importante en sectores como las energías renovables.
P. Hay quien le acusa de seguidismo con las participaciones de La Caixa.
R. La acusación puede tener cierto trasfondo. Con los tipos tan bajos, el margen financiero no daba para mucho. Había que encontrar inversiones seguras y de mayor rentabilidad. Abertis, Gas Natural y Repsol son tres participaciones que han tenido una aportación considerable a nuestros resultados y que, si se vendieran, generarían fácilmente unas plusvalías de 570 millones de euros. Las compramos en momentos apropiados. De realizarse estas plusvalías, habría un gran margen para la expansión.
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