También una mitad de la vida
Primero son los menos, los que creen en ello.
Uno es atropellado, el charlatán del 6º B,
o la prima gorda con sus trenzas,
que tan raro olía, desaparece,
de repente. Otros mueren quemados,
o vinieron a buscarlos, de noche. Más tarde
llegaron cartas de luto. Fantasmalmente
la tropa de los ausentes aumentó,
de modo que ya no puedes acordarte
de la gorra de uno, la boca del otro.
Y entonces, un día, llega el momento,
inadvertido, y pasa por el de aquellos
que te han alimentado, odiado, enseñado
y besado, de los que la mitad ha desaparecido.
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