Al Zaragoza le falta el gol
Leo Franco salva en La Romareda a un Atlético ultradefensivo
Si Leo Franco se erigió en el mejor del partido fue porque el Atlético de Madrid se limitó a defender y el Zaragoza no supo encontrar el camino del gol. Los colchoneros no jugaron a nada, más que a marear constantemente la pelota en la defensa para, al pasar la medular, regalarla. A los blanquillos, que sí mostraron ambición por llevarse los tres puntos, les faltó, además de oficio, un pelo de mordacidad para engullirse al rival.
Cavilaba Víctor Muñoz, antes del partido, por el césped con los brazos en jarras, paso lento y cabeza gacha. Esperaba que retornar al sistema habitual, el 4-2-3-1, tras el nefasto resultado que le dio el 4-5-1 en la UEFA ante el Austria de Viena, les espoleara y diera un triunfo para, al menos, no quedarse descolgados del todo en su empeño por jugar la próxima temporada en Europa. Al ser el partido más tardío de la jornada, sabía Víctor de antemano los resultados de sus rivales directos; sólo la derrota del Depor ante el Barça favorecía sus intereses. Y esa preocupación por no perder de vista los puestos privilegiados, esa tensión por no caer derrotado ante un contrincante en la misma situación, se la contagió a sus futbolistas, que saltaron al terreno de juego con una energía desconocida hasta la fecha. Le resultó fácil al Zaragoza hacerle daño al Atlético; con Óscar, el mediapunta blanquillo, llevándose a un central y los extremos, bien abiertos a los costados, obligando a ensanchar la defensa, se creaban unos espacios por el centro que Villa podía aprovechar. Pero el delantero asturiano, que volvió a pecar de individualista en pro de encontrar la senda del gol, tuvo una noche aciaga. Erró en los lanzamientos desde fuera del área, desgastó a sus compañeros, que corrían para desmarcarse, y, por consiguiente, no encontró la fórmula de batir al guardameta Leo Franco.
ZARAGOZA 0 - ATLÉTICO 0
Zaragoza: Luis García; Ponzio, Álvaro, Milito, Aranzabal; Movilla (Soriano, m. 82), Generelo (Zapater, m. 65); Galletti, Óscar (Cani, m. 65), Savio; y Villa.
At. Madrid: Leo Franco; Velasco, Pablo, García Calvo, Sergi; Luccin, Colsa (Sosa, m. 90); Molinero (Novo, m. 55), Jorge (Ibagaza, m. 66), Antonio López; y Fernando Torres.
Árbitro: Fernández Borbalán. Mostró la cartulina amarilla a Villa, Cani, Luccin, Sosa y Antonio López.
Unos 28.500 espectadores acudieron a La Romareda.
El Atlético planteó la misma táctica que el Zaragoza. La diferencia entre ambas escuadras, a parte de que los rojiblancos replegaban infinitamente más sus líneas, radicaba en el centro del campo. Los dos experimentados mediocentros del Atlético, Luccin y Colsa, aportan mucho más que Movilla y Generelo, los blanquillos. Se puede discutir qué pareja es mejor en el trabajo de contención, pero no así el dinamismo y profundidad de juego que otorgan los colchoneros. Pero la zaga del Zaragoza se mostró inconmensurable y constató que el Atlético, sin Ibagaza, futbolista que con sus pases y visión puede liarla en un santiamén y que sólo jugó 25 minutos, pierde mucho. Anoche, su sustituto, Jorge Larena, el encargado de enlazar la media con la delantera, con Torres, se mostró un tanto perezoso y apenas apareció. El Niño, por muy potente, rápido y habilidoso que sea a la hora de ganar la espalda al defensa de turno, de crearse él sólo las oportunidades, no pudo sino bajar los brazos al observar que rebasar a los dos centrales del Zaragoza, Álvaro y Milito, que recuperaron la fiabilidad mostrada la temporada pasada, es ardua tarea.
Un palo de Savio, una ocasión clara de Milito, que envió el balón a las nubes a puerta vacía, varios disparos desde fuera del área que despejó con seguridad Leo Franco y las reiteradas muecas de desesperación y desaprobación del técnico César Ferrando desde la banda, resumieron el encuentro. El sorteo previo al partido fue una premonición para el Zaragoza. La moneda sonrió a Torres y no a Galletti, que casi siempre sale favorecido en la repartición del campo. Los maños merecieron más, pero el infortunio no entiende de justicia. Firmaron unas tablas que, sin duda, beneficiaron más a los colchoneros, situados ahora a tres puntos de los puestos que permiten disputar la UEFA, que a los blanquillos, que ven cómo se desvanece la oportunidad de representar la próxima campaña a los conjuntos españoles en Europa.
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