Preparativos vascos
Las elecciones vascas, previstas para el próximo 17 de abril, marcarán las vacaciones de Semana Santa y no permitirán un paréntesis político como el de otros años. La campaña comienza formalmente el viernes 1 de abril, pero los partidos políticos ya están en plena efervescencia. El propio lehendakari, Juan José Ibarretxe, lleva días sometido a un régimen intensivo de reuniones, inauguraciones y actos variados, preocupado, fundamentalmente, por la movilización de todos sus recursos. Algunos especialistas consideran que es difícil repetir un grado de movilización tan intenso como el que logró el Partido Nacionalista Vasco en las elecciones anteriores, cuando transmitió, con bastante éxito, la impresión de estar acorralado y de que podían peligrar las instituciones autonómicas.
Los socialistas creen que su mejor apuesta es la de la modernidad frente al "inmovilismo" y la "obcecación" del PNV y de sus aliados del tripartito
Estas elecciones van a tener un tono muy distinto, sobre todo por parte de los socialistas, decididos a imprimir un aire mucho más distendido y tranquilo. "Los socialistas tienen ahora dos grandes ventajas", admite un ex dirigente nacionalista, "el Gobierno de Madrid, es decir, una capacidad ejecutiva de la que no disponían en 2001, y a José Luis Rodríguez Zapatero, que todavía mantiene una buena valoración en los sondeos, Euskadi incluido".
El PSE confía mucho en esa imagen "negociadora" y creíble del presidente del Gobierno y está dispuesto a que Rodríguez Zapatero sea un auténtico "plato fuerte" de la campaña socialista. El presidente del Gobierno, que debería asistir hoy domingo a la Fiesta de la Rosa, continuará viajando al País Vasco prácticamente todas las semanas, participando en mítines y concediendo todo tipo de entrevistas.
Zapatero ha marcado ya algunos elementos de la nueva campaña: por ejemplo, los socialistas vascos huirán de cualquier asociación entre "nacionalismo" y "terrorismo", como se insinuó en la campaña anterior. "Para nosotros, ahora, el elemento más importante es el de nuestra modernidad frente a la inmovilidad del PNV", explica un representante del PSE.
Los socialistas, en efecto, insistirán en el "agotamiento" del PNV después de tantos años ininterrumpidos de ejercicio del poder (desde que existe la autonomía vasca), en su falta de adecuación a las nuevas realidades mundiales y españolas. Algunos expertos consideran que el PSE evitará la confrontación directa con el PNV y se limitará a presentarle como una opción "empeñada" en un proyecto imposible, sin capacidad de reacción ni realismo. "Antiguos", "los de siempre", "inmovilistas", "obcecados", serán palabras que muy probablemente se escucharán con insistencia estos días.
Contrarrestar
El PNV, por su parte, admite que una de las cosas más importantes será contrarrestar esa imagen de un PSE dialogante que se presenta como el único que tiene una oferta negociadora para elaborar un nuevo estatuto "entre todos", y además con el respaldo "de Madrid". "Nosotros lo que vamos a hacer es explicarle a los electores que el PNV necesita una mayoría clara para poder obligar al Gobierno de Madrid a negociar con lo que ha decidido el Parlamento vasco", explica. "Y que tenemos que ser los vascos los que decidamos".
La gran duda que el PNV mantiene todavía es su posición respecto al llamado plan Ibarretxe, que ya fue aprobado, con la ayuda de tres votos de Batasuna, por el Parlamento vasco, y rechado, por una gran mayoría, por el Parlamento de Madrid. Un sector del PNV querría que, en caso de victoria, el lehendakari mantuviera el texto y propiciara una estrategia de enfrentamiento, mientras que otro sector se sentiría más cómodo con una retirada encubierta del plan y la apertura de nuevas negociaciones con los socialistas para llegar a un nuevo borrador. La incógnita es la posición del propio Ibarretxe, que muchos dirigentes nacionalistas dicen desconocer.
"Lo razonable es que los ciudadanos supieran exactamente qué es lo que están votando", critica un destacado militante socialista. "En nuestro caso, la oferta está clara. En el caso del PNV, no sabemos todavía si consideraría vigente su plan y lo pondría otra vez como punto de partida en cualquier diálogo".
De lo que no dudan los responsables del PSE es que Javier Madrazo y su partido, Esker Batua, forman parte de lo que llaman bloque PNV. "La única forma de ganar es conseguir más escaños que el tripartito PNV-EA-EB. No hay otra combinación", asegura el mismo militante. "O gobierna el PNV, o gobierna el PSE, con la ayuda exterior del Partido Popular. Por eso no tenemos interés en que el PP se hunda. Hay que lograr más escaños que ellos, pero sabemos que tenemos que contar con ellos".
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