La Encarnación
Aseguran que todo lo mas será un mes lo que tendremos que esperar para que empiecen, otra vez, lo de la Encarnación. Un nuevo comienzo preparado para cuando nos lleguen las previsibles lluvias que tantos farolillos estropean. Tajantemente se afirma que la cosa va en serio, acaso antes todo fuera una broma. Una broma sin fin a la que quieren poner epílogo en el prólogo de esta segunda parte de lo que con seguridad, a este paso, culminará lo que será la trilogía del misterio, del misterio de la Encarnación.
Así pues, cuando se estén vaciando los cántaros que tienen que caer, y en los barros se hundan las botas de los operarios de la excavación pendiente, comenzarán, con el retraso que le causó la indolencia, unos trabajos que fueron calificados como prioritarios.
De todos es sabido que cuando concluyan, un meticuloso y escrupuloso dictamen de la Consejería de Cultura, despejaran las dudas sobre la conveniencia de si pueden plantarse las epatantes setas. Entonces, se conocerá la viabilidad de que germine semejante siembra. Lo demás son conjeturas sesgadas e interesadas en hacer creer que lo de la Encarnación no tiene marcha atrás. Con lo sensato que es darla cuando no se tomaron precauciones.
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