Pasión encantadora
Dos coros mixtos de doce personas cada uno. Dos pequeñas orquestas de diecisiete. Y un coro de niños con 16 miembros. No hizo falta más para montar una encantadora versión de la Pasión según san Mateo. John Elliot Gardiner, al frente de todos ellos, demostró su habilidad dentro del repertorio barroco y, más concretamente, en la música sacra de Bach. El recorrido que hizo en el año 2000 por todas las cantatas del compositor no haría, sin duda, sino reforzar su experiencia al respecto.
La Pasión que se escuchó en el Palau fue más intimista que teatral, más recogida que espectacular. Un buen ejemplo de ello, aunque no el único, fue el famoso coral Befiehl du deine Wege, que se hizo suave y aterciopelado, sin la monumentalidad de las versiones más tradicionales. Tanto el Monteverdi Choir como los English Baroque Soloists, divididos en dos grupos para cumplir con la exigencia estereofónica que Bach estipuló ya para su representación en Leipzig, exhibieron un empaste y una calidad sonora excelentes. Sólo los oboes parecieron menos seguros en su obligato del recitativo Ach Golgatha. En cuanto al coro de niños, únicamente se lamentó el que quedaran demasiado sepultados por las voces de los adultos, echándose de menos ese punto de ingenuidad que su presencia, cuando cobra más cuerpo, otorga a esta música.
Pasión según San Mateo
Sir John Eliot Gardiner. English Baroque Soloists. Trinity Boys Choir. Monteverdi Choir. Solistas: Dietrich Henschel y Mark Padmore. Palau de la Música. Valencia, 12 de marzo de 2005.
Los solistas fueron surgiendo de ambos coros, excepto en los papeles de Jesús y del Evangelista. En estos dos casos se contó con voces de indudable talento dramático, que supieron decir además de cantar. El Evangelista, Mark Padmore, se está convirtiendo, además, en un punto de referencia para el público valenciano, ya que lo hizo también con el Gabrieli Consort y con Roger Norrington. Fue especialmente destacable el "misterio" con que enfocó su relato en el momento de la bendición del pan y del vino, misterio que asimismo supieron expresar la orquesta y Dietrich Henschel como Jesús. Ambos cantantes destacaron también en el episodio del huerto de Getsemaní.
Bastante más desiguales se mostraron el resto de solistas, cuyos nombres no aparecían diferenciados, en el programa de mano, dentro de los integrantes del coro. Entre lo mejor cabría citar la voz luminosa, aun con ciertos quiebros, del tenor que hizo el número 19 (O schmerz), así como la de la contralto que cantó el famosísimo Erbarme dich, dicho con sencillez y sin pretensiones (sabedora, posiblemente, de las estremecedoras versiones que se conocen de este aria), pero donde superó con creces los resultados de su actuación en la primera parte. También mejoró en el número 64 el bajo que, antes, había encarnado a Judas. La soprano que cantó los números 12, 13, 48 y 49 lució una voz pequeña pero cristalina, y cumplió muy bien el bajo que hizo de Pilatos. El resto fue, en el mejor de los casos, bastante anodino.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.