El amor propio de El Fundi
Un modelo de lidia, de seriedad, de compromiso. Un esfuerzo sin trampa ni cuento el de El Fundi al primer toro. La alegría de ese toro en banderillas, antes muy andarín con el capote, quedó pronto transformada en embestida seria. Tuvo fijeza y en cada cite se medían torero y toro. Listo el de Victorino e inteligente El Fundi. Bien medido cada palmo de terreno que pisaba, sin permitirse una duda y muy motivado El Fundi se metió dentro de un esfuerzo continuo. Y largo. Lidió y se regaló el lujo de sacar derechazos con temple. No hubo premio a tanto esfuerzo pese al espadazo final. Merecía recompensa. Mas la batalla no había erminado para el de Fuenlabrada.
El cuarto se lo pintó peor y al grito de ¡peligro! El Fundi se puso en pie de guerra. No tardó el de Victorino en desarrollar peligro. Metido El Fundi con él, un ligero descuido lo aprovechó el toro para llevárselo por delante. Como si nada, volvió decidido a ganar la pelea. Otro derroche de amor propio que esta vez sí tuvo recompensa. En la enfermería le curaron de una cornada de 11 centímetros en la parte posterior del muslo izquierdo de carácter grave.
Victorino / Fundi, Encabo, Barrera
Toros de Victorino Martín, bien presentados y variados. El Fundi: dos vueltas y oreja. Luis Miguel Encabo: saludos y división. Antonio Barrera: silencio y bronca. Plaza de Castellón, 6 de marzo, 8ª y última de feria. Casi lleno.
Antes y después de esos dos toros, una aparente tregua en tiempo de guerra. Encabo mató de segundo el manso de la corrida y, al mismo tiempo, el de mayor calidad en la muleta. Sin sobrarle fuerzas humilló una barbaridad. Atacó mucho de principio Encabo y tiró bien de él, con la izquierda, de mitad faena en adelante. Pero aquello no rompió de verdad. El quinto no tuvo entrega y hubo pacto de no agresión entre los dos. No se dio coba Encabo y el trance se resolvió a regates entre toro y torero.
A Antonio Barrera le superó la corrida. Muy frágil con el tercero pasó por algún apuro empeñado en dar pases y olvidando prestar atención al toro. El sexto, de imponente trapío, fue saludado con una ovación. Quedado debajo de la muleta hizo que Barrera se desconfiara y acabara por perder los papeles.
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