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Reportaje:ATLETISMO | Campeonatos de Europa en pista cubierta Madrid 2005

Isinbayeva regala un récord mundial

La pertiguista rusa se olvida de los premios económicos y sube hasta los 4,90 metros, a dos centímetros de su plusmarca absoluta al aire libre

A punto de cerrar los campeonatos, con el Palacio en pleno fervor, soliviantado por el fiasco del equipo de 4x400 masculino, caldeado por la plata de Higuero y el bronce de Reyes, Yelena Isinbayeva quiso dedicarle a Madrid el mismo regalo que le ofreció a Atenas, en los pasados Juegos: un récord mundial.

Después de dos horas y media de meditarlo, extendida sobre el tartán, embutida en su chándal azul, tocada con su inseparable gorra, los pies en alto sobre el banco que acogía las prendas del resto de participantes que a duras penas habían logrado superar los 4,75 metros -sólo lo hizo la polaca Anna Rogowska, estableciendo un récord nacional-, la campeona olímpica se levantó para ofrecer una lección magistral, un regalo de los que no acostumbra en este tipo de competiciones.

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Reverenciosa, se despojó de su chándal, se ajustó la coleta y se fue a por la pértiga con una sola idea: solventar el concurso en apenas dos saltos. Como todo lo que se propone, esta maravillosa rusa de 22 años lo consiguió. El primero, para calentarse, lo hizo sobre 4,80. El segundo, limpio, sobrado y para rematar, sobre 4,90, nuevo récord mundial. Por cuarta vez en lo que va de curso, Isinbayeva superaba su propia plusmarca en sala -la última vez, en febrero, la había dejado en 4,89- y confirmaba lo que ya es casi una certeza: que será la primera mujer que se eleve sobre los cinco metros, marca impensable hasta su aparición.

Exultante de contento, dando brincos sobre la colchoneta, Isinbayeva repitió un ritual que, en su corta pero intensa carrera, ya había interpretado otras 12 veces con anterioridad -ocho en 2004-. Se fue a la grada, se fundió en un abrazo con su entrenador, Eugueni Trofimov; se envolvió en la bandera de Rusia y dio una vuelta de honor a la pista antes de retratarse en una foto ya típica: ella, sonriente, junto al marcador que reflejaba el 4,90 que acaba de saltar, tan sólo dos centímetros por debajo del récord mundial que ella misma estableció, al aire libre, el pasado septiembre en Bruselas.

Pero, a diferencia de entonces y como ya sucedió en Atenas, Isinbayeva no esperó a una suculenta reunión para adornar su récord con un bonito premio económico. Esta vez, como en los Juegos, desobedeció las enseñanzas del más grande entre los pertiguistas, Serguei Bubka, y, generosa, regaló a los Europeos la plusmarca mundial. "De vez en cuando, también se puede hacer una excepción", le debió de decir Bubka cuando la coronó con la medalla de oro. "Estoy feliz y en verano espero batir muchos más récords", dijo ella, al borde de las lágrimas, como si no estuviera acostumbrada.

Será entonces cuando dosificará sus plusmarcas en las reuniones para sacarles su valor en oro, como le enseñó Bubka. Del maestro ruso, esta ex gimnasta profesional -a eso se dedicó hasta los 15 años- también aprendió a colocar la pértiga para elevarse hasta lo más alto. A lanzar la carrera para, antes de encajar la pértiga, iniciar el salto. Y así volar, en despegue libre, hasta 80 centímetros más de lo que le concede la pértiga. Ninguna otra mujer ha osado asumir esta técnica. Por eso, como sucedió ayer, ninguna la puede igualar.

Yelena Isinbayeva suelta la pértiga y gira  sobre el listón.
Yelena Isinbayeva suelta la pértiga y gira sobre el listón.ULY MARTÍN

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