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Crónica:FÚTBOL | 27ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Barça gana al son de Márquez

El equipo azulgrana aprovecha el miedo de Osasuna en la primera mitad para afianzar su liderato con un gol de Eto'o

Despistado por los últimos empates, el Barça anunciaba los habituales periodos depresivos que o bien amenazan al equipo o bien se instalan en el entorno. A priori, el Sadar no parecía el gabinete psicológico más adecuado para el tratamiento de un afección más virtual que real. En Pamplona se practica el tratamiento de choque, es decir, poco diván y mucho esfuerzo, más hacer que hablar. Pero sorprendentemente el Barça encontró el tratamiento más adecuado en el lugar más inesperado. Confundido por los últimos resultados se encontró con un rival alborotado, éste sí confundido por lo que pareció, en la primera mitad, un exceso de pizarra mal digerida. Ahora marcaban al hombre, ahora no, yo sí, tú no y en tanto aclaraban qué hacer con su lugar en el partido, el Barça se encontró con el balón y sesenta metros para jugar, para pensar. Llovía a mares en El Sadar, pero Osasuna no tronaba como solía. Razón tiene su entrenador cuando afirma que al equipo rojillo la Liga se le hace demasiado larga y a estas alturas está bajo de gasolina. Su afamada presión en las grandes citas le duró diez minutos escasos. Luego, llegó el tiempo de Márquez, y más tarde el de Valdés, el tiempo de los secundarios que no aparecían en el guión de Osasuna, obsesionado por las figuras blaugranas.

OSASUNA 0 - BARCELONA 1

Osasuna: Elía; Expósito, Cuéllar, Cruchaga, Clavero; Muñoz, Puñal; Ortiz (Valdo, m.54) (David López, m. 68), Aloisi (Webó, m. 54), Delporte; y Morales.

Barcelona: Víctor Valdés; Belletti, Puyol, Oleguer, Sylvinho; Xavi, Márquez (Gerard, m. 46), Deco; Iniesta, Eto'o y Ronaldinho.

Gol: 0-1. M. 39. Deco le quita el balón a Muñoz y mete un pase en profundidad a Eto'o, que remata cruzado. Elia toca, pero no lo suficiente y la pelota se cuela tras dar en el poste.

Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Delporte, Ortiz, Clavero, Márquez, Xavi y Puyol.

Unos 17.500 espectadores en El Sadar. Los jugadores del Barcelona llevaron brazalete negro en memoria de su ex entrenador Rinus Michels, fallecido el jueves.

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Márquez disfrutó de una autopista que le erigió en mariscal de campo, con unos galones que no suele lucir habitualmente. El mexicano puso el ritmo, movió el balón, marcó los tiempos e incluso se permitió el lujo de alcanzar el área en varias ocasiones, vaselina incluida a pase de Ronaldinho. Márquez fue el enemigo invisible de Osasuna. Nadie contó con él y el jugador mexicano, para escarnio de su compatriota Javier Aguirre, en el banquillo de Osasuna, desarmó y encajonó a un Osasuna timorato, muy alejado de la versión racial que le distingue.

Márquez disfruto de su libertad 45 minutos. Una contractura le dejó en el vestuario, ocupando su lugar Gerard, ya con un talante infinitamente más defensivo, una vez que el Barça había encontrado el gol a la tercera oportunidad (Iniesta había rematado al larguero y a Márquez le sobraron milímetros para hacer gol), en una asociación perfecta entre Deco y Eto'o.

El gol fue una fruta que maduró por la lógica de la naturaleza: quien tiene el balón, quien ataca, quien es capaz de mirar a los ojos del portero tiene infinitamente más posibilidades de ganar que quien no lo hace. Osasuna jugaba con su medio campo incrustado en la defensa y confiado a la envergadura de Morales, que sin ser un futbolista distinguido hizo un soberbio encuentro. Más que a la defensa del Barça, sufrió su soledad, es decir la sensación de trabajo baldío.

Osasuna y el Barça cambiaron en la segunda mitad. El Barça, porque perdió a Márquez; Osasuna, porque la entrada de Valdo y Webó, amén de un ligero ejercicio de rabia, más que de actitud, le permitió descubrir que Víctor Valdés es un gran portero, de esos que no se descomponen en el mano a mano. Osasuna ya no era el equipo autosubestimado que incluso resultaba chabacano en las faltas que cometía, sino algo más parecido al espíritu que defiende. Pero tropezó con las manos de Valdés que desvió tres ocasiones manifiestas de Morales, Delporte y David López . El partido se había roto y asemejaba un correcalles. Al Barça le pudo el exceso de individualismo para haber machacado al contragolpe, suerte en la que casi siempre disfrutó en superioridad. En cierto modo jugó con fuego, en el alambre de un nuevo empate que le hubiera llevado al punto de esquizofrenia que se acostumbra en estos casos. En pleno descuento, el balón cayó en los pies de David López en la diagonal entre los dos picos del área, disparó bien, cruzado, seco, pero ahí estaba Valdés para estirar el brazo y alejar el balón unos centímetros de la red. Al Barça se le heló el corazón en esa jugada. Pero claro, su enfermedad era virtual y la de Osasuna es real. Diagnóstico: falta de gasolina, confusión de ideas, miedo a volar y una sensación de derrota que le corre por las venas. El Barça obtuvo el alta en El Sadar y Osasuna, sin una victoria en 2005, pidió cita para un psicólogo mientras la grada arremete contra Aguirre, culpable al parecer de tener lo que tiene.

Samuel Eto'o celebra su gol bajo la lluvia y ante Ronaldinho mientras Iniesta y Deco se giran.
Samuel Eto'o celebra su gol bajo la lluvia y ante Ronaldinho mientras Iniesta y Deco se giran.LUIS AZANZA

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