La tarde de las lesiones
Sobrio y contundente, el antiguo central Rafa Márquez se encontró ayer con cuarenta y cinco minutos de gloria ofensiva. Liberado de marca y ante un medio de campo osasunista inexistente, destemplado y absorto en los marcajes individuales, se convirtió en un media punta incisivo y brillante. El mexicano disfrutó de treinta metros de terreno regalados, con posibilidad de olvidar su faceta defensiva y volcarse sobre la línea de tres cuartos navarra.
Apoyó en los pases, permitió la libre asociación de Deco y Xavi, que explotaron el pase largo, y se exhibió con un desmarque más propio de Eto'o, en el que mató el balón con la puntera y cruzó demasiado ante la salida de Elía. Márquez gozó de campo, obviado por Muñoz y Puñal, y campeó con solvencia sobre la línea medular.
Para facilitar aún más la labor del azteca, Pablo García, el mejor jugador de Osasuna, se cayó de la convocatoria a causa de una gripe. El camino a la gloria de Márquez se abría ayer en El Sadar para que demostrase todo su carácter atacante. Pero, antes del descanso, las opciones del jugador se quebraron con una microrrotura muscular. Rijkaard, con el pensamiento puesto en la próxima cita de Londres, decidió dejar al futbolista en el banquillo. Su presencia contra el Chelsea es duda hasta que los médicos del club evalúen el alcance de la lesión a lo largo de esta jornada.
Su salida del eje blaugrana permitió un desahogo para los locales y desordenó las ideas ofensivas del Barcelona, que no supo encontrar un punto de apoyo fijo, como el ofrecido por el mexicano hasta ese momento, para llegar al bregador Eto'o y a Ronaldinho, sumido en una depresión deportiva que no encuentra salida.
Pocos minutos después de la retirada de Márquez, el también azteca Javier Aguirre, decidió la incorporación de Valdo, un extremo hábil y veloz. Saltó al césped en el minuto 55 y, apenas nueve después, la misma lesión muscular que le había apartado del equipo durante las dos últimas jornadas se repitió en una jugada aislada.
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