Ataque al corazón de La Vaguada

Cuando, en el año 1982, el alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván inauguró el complejo comercial de La Vaguada, pocos podían imaginar el impacto que la iniciativa tendría, no sólo en la forma de entender el comercio urbano sino también en las relaciones de los ciudadanos en torno a un ámbito exclusivamente dedicado al consumo.

No en vano el peculiar diseño de La Vaguada (creado por el canario César Manrique) modificó visiblemente el entorno urbanístico de la zona en un momento muy concreto de expansión de la ciudad y contribuyó a prestarle una personalidad poco habitual en el normalmente rutinario panorama de los centros comerciales.

Hoy, la proliferación de dichos centros comerciales nos parece algo normal, pero no olvidemos que La Vaguada fue pionero, al aglutinar tiendas de géneros y orígenes distintos en un único recinto.

Desde hace 23 años viene siendo así, y La Vaguada se mantiene como seña de identidad de un área urbana próspera y en constante desarrollo.

Sirvan estas líneas como preámbulo al objeto de esta carta, que no es otro que el de denunciar la amenaza de cierre de 30 negocios que conviven armónicamente en la llamada plaza de los Artesanos, auténtico centro neurálgico de La Vaguada.

Después de superar las sucesivas dificultades propias del sector de la artesanía y luchar contra varias crisis económicas, fatales para muchos otros proyectos comerciales, la plaza de los Artesanos se encuentra con que tiene al enemigo en casa: la negativa de los responsables del centro a negociar con los comerciantes la renovación de sus vigentes contratos amenaza la supervivencia de dichos comercios, que cubren la venta de género tan variado como la cerámica, el cristal, el latón, ropa y artesanía en general.

El rumor de que la negativa a negociar con los artesanos esconde el interés de alquilar la zona a un gran almacén o firma de ropa extranjera no hace más que agravar la sensación de injusticia de una medida que puede afectar seriamente a la subsistencia de las 30 familias que regentan los locales en cuestión.

Desde la plaza de los Artesanos consideramos que la desaparición de las tiendas pone en peligro un tejido comercial trabajosamente trenzado con los años y una cultura basada en el respeto a las tradiciones artesanales, y que atentar contra el comercio artesanal es atentar contra las raíces mismas de la identidad de un país.

Por ello denunciamos esta situación de graves consecuencias económicas, humanas y culturales.