Isinbayeva, la Bubka femenina

Centímetro a centímetro, y partiendo de los 6 metros, Serguéi Bubka, el mejor pertiguista de la historia, construyó un imperio. Llegó a los 6,15 metros -una altura imposible para los saltadores actuales, que baten palmas cuando pasan de los 6 metros-, se hizo millonario, se convirtió en un mito y llegó al Comité Olímpico Internacional (COI).

Y como miembro del COI, hoy, en la pista del Palacio, verá, como si fuera su propio reflejo, a una rusa saltando con pértiga. Será una visión sólo distorsionada por la diferencia de sexo. El resto es lo mismo: una atleta, una especialista en salto con pértiga, tan superior a todas sus rivales que su único enemigo es el listón. Y como Bubka, dosifica centímetro a centímetro sus récords para multiplicar las recompensas ofrecidas por los organizadores de los meetings. La única excepción, el único lujo, se la permitió en la final de los Juegos de Atenas, cuando presionada por la norteamericana Dragila, batió el récord del mundo con 4,90 metros. Unas semanas después, en Bruselas lo subió a 4,92 metros. Y este invierno, ha superado el de pista cubierta, que lo tenía en 4,86 metros, en tres ocasiones, en tres reuniones muy rentables, hasta los 4,89 metros actuales.

Si Bubka fue el primero en pasar de los 6 metros, nadie duda que la rusa Yelena Isinbayeva -22 años, 1,70 metros, 59 kilos- será la primera que supere los 5 metros, la que lleve a la pértiga femenina, nacida hace poco más de una década como un pasatiempo de trapecistas y gimnastas, a su edad adulta. "Creo que la diferencia entre el hombre y la mujer en pértiga es de un metro", declaró Isinbayeva. "Y a esa altura creo que llegaré algún día. Ahora mismo creo que tengo la técnica y la fuerza para pasar de 5 metros. Lo único que necesito es un poco de suerte".

Hace un año, las noticias en el mundillo de la pértiga hablaban de que Isinbayeva, entrenada por Eugueni Trofimov", pasaba en los entrenamientos de los 5 metros. Este año ya se rumorea que se codea confortablemente con los 5,05 metros.

"La clave del salto de pértiga es la transferencia de la velocidad a la pértiga en el momento del despegue", explica Jon Karla Lizeaga, entrenador de la española Naroa Agirre. "Casi todas las saltadoras inician el despegue después de encajar la pértiga en el cajetín, pero Isinbayeva, como hacía Bubka y hacen la mayoría de los hombres, hace un despegue libre, comienza a saltar antes de encajar la pértiga. Para ello hace falta un gran valor y mucha técnica".

El valor se le supone a Isinbayeva -Dragila, su gran rival, ha confesado su miedo cuando practica el despegue libre- y la técnica salta a la vista, le viene de lejos. Hasta los 15 años Isinbayeva fue una gimnasta de gran nivel. Pero creció demasiado. Con 1,70 metros no podía ser gimnasta, y empezó a saltar con pértiga. "Y toda esa formación, esa flexibilidad, el trabajo que hizo en barra fija y asimétricas, son perfectas para la pértiga", dice Lizeaga. "Es la gran diferencia con las demás. Usa pértigas de 4,40 metros, más o menos como todas, su velocidad tampoco es deslumbrante, pero la técnica le permite saltar 80 centímetros más que lo que le da la pértiga. Y eso es muchísimo".