Siguen las dudas
El Sevilla y el Valencia hacen tablas sin aclarar si han recuperado sus estilos de siempre
Los dos contendientes del partido de ayer en Sevilla necesitaban terapia. Se respetaban mutuamente más que a sí mismos. El desarrollo y ejecución del encuentro demostró que aún les quedan a ambos muchas horas de diván para reencontrarse con lo que fueron y les gustaba ser y eludir el despiste vital en el que viven ahora.
Así, el Valencia fue cauto, casi hasta el exceso. Saltó con las líneas prietas y el culo contra la pared. Quería ver si el Sevilla tenía preparado salir al arreón. Pero estaba tan ensimismado observando y calculando las coordenadas del rival que se dejó sorprender. El lateral izquierdo sevillista, David, prolongó una de sus carreras hasta el terreno contrario, pasó la pelota a Antoñito, que se deshizo de sus marcador con un ágil giro, que centró a su vez a Baptista. Éste, solo, completamente solo, tiró flojo y mal. Se habían jugado tres minutos. El Valencia se echó adelante. No se puede decir que se estirara, pues consiguió mantener sus distintas líneas fluidamente juntas. A los 20 minutos, el equipo de Mestalla ya presionaba más adelante, buscando la torpeza en el manejo del balón de los centrales sevillistas y aprovechando la fractura congénita entre los medio centros y la media punta.
SEVILLA 2 - VALENCIA 2
Sevilla: Esteban; Sergio Ramos (Aranda, m. 65), Javi Navarro, Aitor Ocio, David; Jordi, Renato; Daniel Alves, Baptista, Jesuli (Puerta, m. 70); y Antoñito (Darío Silva, m. 46).
Valencia: Palop; Caneira (Moretti, m. 9), Ayala, David Navarro, Carboni; Sissoko, Albelda; Rufete, Aimar, Fabio Aurelio (Xisco, m. 68); y Mista (Di Vaio, m. 75).
Goles: 1-0. M. 40. Jesuli empalma de media chilena un centro de Renato desde la derecha, la pelota bota en el suelo y entra. 1-1. M. 41. David Navarro, de cabeza tras un saque de falta de Aimar. 1-2. M. 61. Aimar aprovecha un buen pase interior de Fabio Aurelio y bate de tiro cruzado a Esteban. 2-2. M. 68. Baptista, de penalti.
Árbitro: Megía Dávila. Amonestó a David Navarro, Aranda, Alves, Aimar, Moretti y Jordi.
Unos 30.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán.
El Valencia recordó al de no hace tanto y se le volvía a poner cara de tortura para su oponente, de gota malaya: constante, rítmico, desesperante para quien le está cayendo encima.
Se suele decir que estos dos equipos se nutren de una filosofía futbolística similar. Quizá no sea tan cierto. La sincronización entre las líneas, los apoyos automáticos del Valencia, no existen ni han existido nunca en el Sevilla de Joaquín Caparrós. La defensa es el cimiento del equipo. Últimamente, no anda muy allá, pero sería injusto que se comiera en solitario el marrón de la falta de ideas del equipo.
Renato, acompañado ayer de Jordi, es un jugador de calidad, pero su línea no funciona. Caparrós les exige a los medios demasiadas tareas defensivas como para escalonar el juego. Además, Baptista no es lo que se suele llamar un media punta. La mayoría de las veces tiene que ser punta entera. El gol sevillista depende casi siempre de él. Si está atacando, está muy lejos de los centrocampistas; si está echando una mano en la presión, está, obviamente, demasiado alejado de la portería rival. El Sevilla no tiene una transición y se le puede ahogar fácil arriba.
Cuando el partido se quedaba sin ritmo, Renato robó un balón en campo valenciano y se lo llevó hasta el área de Palop por fe. Centro desde la raya para que Jesuli voleara. Voleó y marcó. Pocos minutos después, David Navarro remató completamente solo un saque de falta de Aimar. Estaba tan solo que le dio tiempo a saltar, gritar y si hubiera tenido una bengala, la habría usado sin que la defensa sevillista llegara a darse por aludida jamás.
Nada más comenzar la segunda mitad, Mista cabeceó al palo otro balón alto pifiado por los sevillistas. Poco después, Aimar remató espléndidamente un pase interior de Fabio Aurelio. Gol y subidón del Valencia, que se gustaba mucho y lo tenía casi todo controlado.
El Sevilla tocó a rebato y David Navarro les echó una mano cometiendo un penalti infantil, que transformó Baptista. El encuentro enloqueció. Se perdió el orden y el que vive en el follón de manera continua salió beneficiado. Baptista tiró a las nubes un segundo penalti y el árbitro anuló un gol a Xisco ya en el tiempo añadido. Queda diván.
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