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Entrevista:CARLOS MENA | Contratenor

"En el canto no puedes dejarte llevar por la rabia"

Jesús Ruiz Mantilla

Parece que ve las voces más que escucharlas. Carlos Mena (Vitoria, 1971) las mira, por lo menos, y sabe si se alojan dentro o fuera de cada cuerpo. Si están fuera se pone muy nervioso. "Me pasa cuando voy al cine, por ejemplo, que hay actores que hablan con la voz falsa, eso es, fuera de ellos mismos, y también lo veo en algunos locutores o presentadores de televisión", afirma. Esa obsesión por las cuerdas vocales determina su vida. Al fin y al cabo, es lo que da de comer a este contratenor de carrera internacional, voz sugerente, personalísima, casi hipnótica, que actúa hoy en el teatro Carlos III de San Lorenzo de El Escorial.

Lo hace con un repertorio centrado en compositores españoles del barroco, como José de Torres y José de Nebra, titulado La cantada española en América, interpretado por Al Ayre Español, el grupo de Eduardo López Banzo, auténtico referente de la música antigua. "Han sido piezas que han encontrado sobre todo en Guatemala y que dan una pista muy importante, por ejemplo, sobre el proceso italianizante en la música española del XVIII", afirma Mena.

"Hay voces que están fuera del cuerpo y por eso resultan falsas. Les pasa a muchos actores, locutores y presentadores"
"Todavía tenemos que soportar la risa de algunos cuando nos escucha, pero a eso le va sustituyendo últimamente el asombro "

Sabe que es una rara avis por su capacidad vocal. Pero le fastidia que escaseen los contratenores precisamente en España, donde se fue forjando ese tono desde la Edad Media con los castrados, llamados capones, que se impusieron desde entonces hasta el siglo XIX en toda Europa, con nombres míticos como Farinelli. A la barbaridad de la castración le ha sucedido la técnica del falsete, que hace sonar el instrumento de estos músicos como si fuera el de una mujer. "Hay dos tipos de contratenor", explica con una capacidad pedagógica aclaradora que ha heredado muy probablemente de su gusto por la psicología, una afición que comparte con su placer por recorrer los mercados de pescado de las ciudades que visita. "Están los que tienen voz de barítono, que tienen que utilizar exclusivamente el falsete, y los que la tenemos de tenor, que no tenemos que falsear tanto", afirma. El esfuerzo es patente, aunque con buena técnica es menor que el de otras voces y podemos durar más", asegura.

La risa y el asombro

Hoy es el día en que su sonido provoca desconcierto, sobre todo en públicos no iniciados. "Todavía tenemos que soportar la risa de algunos, pero a eso le va sustituyendo el asombro últimamente", cuenta Mena. Ocurre cuando el público se topa con un artista de técnica depurada, pero sobre todo, de personalidad férrea, como el caso de Mena, que se formó en el templo mundial de la música antigua y barroca, la Schola Cantorum Basiliensis, en Basilea (Suiza), con maestros como Richard Levitt y René Jacobs. "De Levitt aprendí que cada voz es diferente y debe formarse con personalidad propia, mientras que Jacobs me enseñó las conexiones y las claves mejores para comprender el repertorio europeo", dice el cantante.

También le ha costado cargar con el peso de una formación tan esmerada, tan integral: "Es casi una casta, debes tomar distancia para no volverte fundamentalista", afirma. Por eso, después de sus cinco años de aprendizaje a conciencia decidió emprender una etapa autodidacta y ecléctica, que le abriera otros horizontes. "No quería ceñirme al repertorio barroco, quería explorar también épocas anteriores y posteriores". Y así salta del renacimiento al lieder o la creación contemporánea, que le están procurando una carrera sólida, completa, que le proporciona actuaciones en todo el mundo.

De hecho, acaba de llegar de Japón, canta con asiduidad en toda Europa y en Estados Unidos, y por supuesto en España, donde estará presente también dentro de dos semanas en el Festival de Música Religiosa de Cuenca. Entre actuación y actuación, recala en su casa de Vitoria, donde descansa a fondo y carga las pilas con pocas distracciones. "Como es una ciudad con poca actividad, es perfecta", asegura. Le gusta tomarse las cosas con más calma que antes. "Ahora no paso de las 70 actuaciones al año, cada vez busco más tiempo para ensayar, preparar las cosas con más cuidado. No hay que dejarse llevar por las prisas ni por la rabia en este trabajo", afirma. Huir de los impulsos es garantía de más calidad. "Uno de los discos que más he disfrutado haciendo, Et Iesum, con piezas de Tomás Luis de Victoria para laúd y voz, lo hemos hecho en dos años, si me hubiera dejado llevar por el impulso y el enfado que me provocaba pensar que esas joyas eran desconocidas habría tardado dos semanas y el resultado hubiese sido mucho peor".

El contratenor Carlos Mena.
El contratenor Carlos Mena.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.
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