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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Manolo Morán, el cantante que surgió de la mina

El pasado domingo, 20 de febrero, los amigos de Manuel Morán Casielles esparcieron sus cenizas por lo alto de la Peña Mea, la colina más alta de Laviana, el concejo asturiano que le vio nacer y donde pasó los 59 años de su vida. Tal era el último deseo de Manolo, un hombre cuya pasión por la montaña sólo era equiparable con la de canturrear con su vozarrón de tenor cuantas tonadas y coplas populares astures llegaban hasta sus oídos.

En abril de 2004, y contra pronóstico, Morán se alzó con el Premio de la Música a la mejor canción en asturiano con Nunca máis, un tema que le había escrito su amigo del alma Pepín Robles.

El regusto dulce de aquella noche de gloria inesperada en Madrid sólo le duró unas pocas semanas; en mayo le diagnosticaron una esclerosis degenerativa, que le había dejado sin habla y con la movilidad muy reducida en estos últimos meses.

En la banda municipal de Pola de Laviana habían descubierto Manolo y Pepín sus vocaciones musicales, el uno como saxofonista y el otro con un clarinete entre las manos.

Pero mientras Robles desarrolló estos aprendizajes hasta convertirse en uno de los autores más célebres de tonada asturiana (suyas son casi todas las piezas que interpreta Vicente Díaz), Morán se conformó con actuar al frente de diversas orquestinas por la cuenca minera del Nalón.

"Era un talento en estado puro, pero tan humilde y carente de pretensiones que no había manera de convencerle para que grabara discos", recordaba Pepín desde su domicilio en Palma de Mallorca.

Morán trabajó 28 años como minero en Hunosa y disfrutaba ahora de una prejubilación que le permitía patear los montes del Principado un día tras otro. En 2003, Pepín consiguió al fin persuadirle de que registrara su primer trabajo discográfico, Sentimientu asturianu, que publicó la Sociedad Fonográfica Asturiana y en el que se incluía la galardonada Nunca máis.

Era la primera edición en que se entregaba una estatuilla para una canción en asturiano y Morán se impuso a dos finalistas de renombre, Tejedor y Nacho Vegas. El día que le entregaron el premio, Pepín se lo dedicó a las víctimas de la marea negra del Prestige y a los voluntarios que acudieron a limpiar las costas gallegas, mientras Manolo, con la vista empañada de la emoción, era incapaz de articular palabra.

El intérprete de piezas como La montaña o Pescadores estaba casado y tenía dos hijas y un nieto. Confiaba en volver a colaborar con Robles para la grabación de una zarzuela en torno a La aldea perdida, la novela de Palacio Valdés. Javier Vidal, concejal del Partido Popular en Oviedo, también lloró su pérdida en Laviana y le definió como "un hombre bueno hasta la médula".-

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