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Columna
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¡Uf!

La de ayer fue una jornada de rutina democrática. Tanto que muchos no sintieron la necesidad de acercarse a los colegios electorales. El delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Antoni Bernabé, comenzó sus comparecencias ante los periodistas con una declaración que, esta vez, no era rutinaria. "Seguro que habrían empañado de dolor el día de hoy", dijo con alivio. Se refería a los dos miembros de ETA detenidos el jueves en una céntrica pensión de Valencia, con armas y explosivos, algunos objetivos inmediatos en sus planes y una larga lista de víctimas posibles en su equipaje. Era intención de los terroristas, desde luego, manchar de sangre la votación en referéndum de la Constitución europea, como si pretendieran, no sólo desbaratar cualquier expectativa de resolución política del conflicto en Euskadi, sino certificar de forma macabra aquello que dijo el filósofo Jürgen Habermas cuando recibió el premio Príncipe de Asturias en 2003: "El problema de la violencia en el País Vasco es un problema europeo". Como el delegado del Gobierno, miles de ciudadanos respiraron al conocer la noticia de la detención de los dos militantes etarras. Un "¡uf!" procedente de lo más profundo del alma unió a gentes de todos los colores, aunque rechinara en los medios de comunicación el afán de protagonismo poco afortunado de algún cargo político que no desaprovecha ni el desgraciado honor de formar parte, junto a otros cientos de personas con responsabilidades públicas, de una relación de blancos potenciales de los pistoleros. Reconfortados colectivamente con ese sentimiento de haber esquivado por poco el zarpazo violento, cabe coincidir con Bernabé en la celebración de "un día de fiesta para la democracia y los demócratas" cumplido en paz y tranquilidad, hasta con aburrimiento, gracias a la actuación de las fuerzas de seguridad: del policía local de Valencia que supo reaccionar en la persecución de Mikel Orbegozo por las calles del centro de Valencia; pero sobre todo, hay que decirlo para poner tal vez las cosas en su sitio, de los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que, en una tarea anónima y esforzada, demostraron su profesionalidad al detectar y neutralizar a tiempo la amenaza.

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