Al límite
Cualquier persona con una mínima capacidad intelectual y un poco de apego a su país debería estar ya al límite de sus capacidades para soportar la ofensiva de muchos dirigentes populares y blaveros en general en contra del valenciano. ¡Si hace unas semanas me publicaron una carta mofándome de Esteban Pons por su desprecio a mi lengua y ahora resulta que es un reconocido catalanista! Lo dicho: esto sólo dura porque se lo aceptamos, porque entramos en el juego, porque se fomenta la ignorancia en todos los campos y mucho más en éste. Porque da votos y difumina países. Yo ya no aguanto más, y no sé qué hacer, porque esto es como la marea negra del Prestige: lo que limpiabas un día volvía al siguiente para ensuciar de nuevo toda la playa. Los valencianos tenemos un barco hundido muy en el fondo nuestro, que supura petróleo y veneno, odio. El problema es que el gobierno que contrató a los ingenieros para solucionar el problema los acaba de lanzar al mar, sin salvavidas, esperando que se muera de frío o inanición. Y yo en casa, sin hacer nada.
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