Dosis de sentido común
Preguntarse a estas alturas si el deporte tiene algo que ver con el mundo de la empresa y viceversa parece que no tiene mucho sentido. Hay multitud de ejemplos a la orden del día. ¿No es el Barcelona algo más que un club?, ¿no utiliza el Real Madrid las mejores reglas del marketing?, ¿no aplican los buenos gestores la estrategia o la táctica como en la mejor pizarra de un vestuario?, ¿no ejercen el liderazgo y ponen a prueba su capacidad de sacrificio? Identificar los puntos que unen la actividad deportiva y la empresarial y, sobre todo, los puntos clave que hacen posible conseguir los objetivos pretendidos es lo que hace este libro, escrito desde la experiencia del autor, con quien colaboran magníficos ejemplos de exitosos hombres y mujeres de negocios y deportistas. Esa colaboración es precisamente uno de los ganchos del libro, al que uno se acerca, precisamente, para ver qué opinan o cómo lo han hecho Johan Cruyff, Indurain, Gené, Pujante, Lendoiro, Josep Miquel Abad o Joe Neubauer, director de la americana Aramark, por citar sólo a algunos. Paradójicamente, conforme se va leyendo, esas colaboraciones van pasando a segundo plano y adquiere más protagonismo la narración del propio autor.
Los grandes del deporte o de los negocios no hacen sino corroborar -algunos con más fortuna que otros- lo que en cada capítulo Masfurroll arguye. Y no puede ser de otro modo, porque trata de actitudes y aptitudes tan necesarias para el triunfo como la planificación estratégica, la organización, el trabajo en equipo, el liderazgo, la imagen, la coherencia, la ética, el saber ganar y perder, el límite del crecimiento... Todos esos colaboradores tienen y conocen muchas de esas cualidades.
A nadie se le escapa ya la imagen de una Arantxa Sánchez Vicario enfadándose con ella misma en la pista para superarse, de Ronaldinho disfrutando mientras juega o de un Vicente del Bosque humilde mientras gana sucesivos títulos. Son colaboraciones muy significativas porque encarnan los valores que llevan al éxito, no por lo que dicen ni por cómo lo dicen. Ese aspecto lo llena precisamente la narración del autor, que va desgranando una vida que considera plena en lo personal -tiene una larguísima lista de sentidas dedicatorias- en lo profesional -ha creado en España USP Hospitales, una red pionera de hospitales privados- y en lo deportivo -fue nadador de alta competición y vicepresidente del FC Barcelona.
De todos esos ámbitos extrae Masfurroll un balance positivo. Y lo hace a base de haber aplicado en cualquiera de ellos lo aprendido en los demás. Así, deja ver cómo la capacidad de superación que tuvo de adolescente para llegar a nadar al mismo nivel que el resto del equipo le fue muy últil para superar el revés que le dio la vida con su hijo Álex, aquejado del síndrome de Down. Cómo la disciplina del entrenamiento le ha sido útil en el mundo de la empresa o cómo su armonía familiar ha contribuido en su labor profesional.
Para subrayar que el éxito mezcla cantidad de ingredientes, Masfurroll cuenta con la colaboración del cocinero Sergi Arola, y para explicar la importancia de la comunicación, con Manel Fuentes. Son prácticamente los únicos testimonios ajenos al mundo puramente deportivo o empresarial.
El libro se lee fácilmente. No descubre -y es de suponer que no pretende hacerlo- nada que no se sepa, pero sí recuerda qué hay que hacer y cómo hay que ser no sólo para alcanzar el éxito, sino para mantenerse en él. En este sentido, hay que destacar la importancia que Masfurroll da al largo plazo y a la perseverancia, dos valores que a veces se olvidan en un mundo competitivo y lleno de prisas y sobre los que incide en varios capítulos. Sólo una advertencia. El cúmulo de valores que se citan para triunfar se hace excesivo. Da la falsa idea de que sólo la gente 10 puede alcanzar el éxito y mantenerse en él, y no quienes tengan algunos, que no todos, los valores citados y, sobre todo, grandes dosis de sentido común.
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