Soldados de la China
Bancaixa presenta en Valencia la exposición 'Guerreros de Xi'an', que reúne valiosas piezas de arte funerario
Qin Shihuang tenía afán de inmortalidad. Y hoy, 2.200 años después, el nombre de este temible emperador chino pervive. No sólo por el controvertido papel que desempeñó en la historia de China -aunque no se discute su contribución a la unificación del gigante asiático-, sino porque también dejó un legado histórico artístico que al poco de ser descubierto en 1974 ya recibió el rimbombante nombre de la octava maravilla del mundo.
Para juzgar el grado de exageración de este título oficioso se puede contemplar desde hoy una mínima pero deslumbrante muestra de las 6.000 figuras de terracota halladas en el mausoleo de Qin Shihuang. Bancaixa ha reunido en el Museu de les Ciències Príncipe Felipe de Valencia 10 de los famosos guerreros de Xi'an, de una altura que oscila entre los 1,80 y 1,90 metros, además de otras muchas preciadas piezas de arte funerario de la dinastía Qin (221-207 a.C.) y de la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.). Son 104 piezas que sumarían unas 170, si se desgajan los conjuntos.
Hasta el 5 de abril se podrá ver esta exposición que recibe el nombre de Guerreros de Xi'an, en atención a la popularidad de estos feroces soldados de la antigua capital china. Bancaixa ha desembolsado 1,8 millones de euros para organizar la muestra con motivo del 10 aniversario de la creación de la Fundación Bancaixa. La entrada es gratuita y la frecuencia de visitantes es de entorno a 350 por hora. Los presidentes de la Generalitat, Francisco Camps, de Bancaixa, José Luis Olivas, y la alcaldesa, Rita Barberá, encabezaron ayer la comitiva inaugural.
Son prácticamente las mismas piezas que se han exhibido en el Fòrum de les Cultures de Barcelona y con posterioridad en el Canal de Isabel II de Madrid. Pero el montaje difiere. Ubicadas en la sala de las arquerías diseñada por Calatrava, las piezas "respiran" más que en Barcelona al contar con más espacio, a juicio de una montadora. Tan sólo se ha instalado un espejo para duplicar y dar mayor profundidad. También se ha recreado el monte Li, donde se hallaron buena parte de los guerreros cuyas siluetas hieráticas resaltan entre la penumbra por la iluminación directa.
El recorrido expositor arranca con un audiovisual explicativo que da paso al primer espacio, en el que se han reunido las obras halladas de la dinastía Quin. Además de la decena de guerreros, del no menos famoso funcionario, hay un enorme caballo, y otras figuras como las que representan a sirvientes que parecen dedicados a adiestrar aves acuáticas. Para realizar los guerreros, utilizaron moldes de diferentes partes del cuerpo que combinaban. Luego los artesanos personalizaban los rasgos faciales y otros detalles de cada uno, por lo que todos son diferentes. El tiempo ha hecho mella sobre las figuras, que han perdido la policromía de sus orígenes.
La segunda sala contiene objetos de arte funerario de la dinastía Han. Piezas de bronce, de jade, de oro. Una maqueta de cerámica de un antiguo retrete, por ejemplo, jinetes de pequeño tamaño, figuras de animales, espejos, recipientes, e incluso accesorios sexuales de bronce con forma fálica y con un uso para rendir culto a la fertilidad o bien como herramienta de masturbación.
Lo que no se encuentra en la exposición es la reproducción de Quin Shihuang, que aún no se ha desenterrado del enorme yacimiento arqueológico. Aún dará mucho que hablar. Su inmortalidad está garantizada.
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