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Reportaje:

Los secretos de un número uno

El maratoniano Martín Fiz, quien se retiró en 2001, evoca junto a un grupo de periodistas parte de su exitosa carrera

Martín Fiz, el hombre que lideró la mejor generación de maratonianos españoles, gente como Abel Antón, Diego García o Alberto Juzdado, es un caso aparte. Ya retirado, corre entre 14 y 15 kilómetros diarios, participa en pruebas de ocho y diez kilómetros -"el maratón ya me aburre; demasiados kilómetros"- y está preparándose una prueba cicloturista de más de 200 kilómetros (la célebre Quebrantahuesos: salida y llegada en Sabiñánigo (Huesca). Nada de esto resulta extraño en alguien que ha vivido durante años como un asceta -"ahora, cuando corro, disfruto"-, sometido a un régimen de entrenamientos bárbaro, devorando kilómetros y kilómetros a diario. Para endurecer "el coco", Martín Fiz se entrenaba en un circuito de 700 metros en el parque de Vitoria, su localidad natal. Vueltas y más vueltas. Nada de correr por caminos entre árboles y vegetación, distraerse con el paisaje, disfrutar ... Martín Fiz se flagelaba así para luego rendir al máximo en la competición, en los 42,195 kilómetros que le hicieron célebre en todo el mundo. En su esplendor, los días antes de una cita importante dejaba crecer su barba para intimidar a los adversarios. "Cuanto peor aspecto tengas, más piensan que te has machacado", decía.

Camino de los 42 años y con un hijo de 12 años que apunta más hacia el fútbol que hacia la carrera a pie, Martín Fiz todavía conserva algunos reflejos de su etapa profesional: se pica con los corredores populares, con quien se le ponga a tiro o le rete. Su vena competitiva está fresca, susceptible, afilada. "Aunque ya tengo bastantes añitos y esto va cuesta abajo", lamenta.

Campeón de Europa en 1994, del mundo en 1995, subcampeón mundial en 1997, cuarto y sexto en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96 y Sidney 2000, respectivamente, Martín Fiz compartió ayer algunos de sus secretos con un grupo de periodistas. Igual de fino que cuando competía -pesa 55 kilos, ni un gramo más que cuando se retiró, en 2001-, promociona estos días el último modelo de zapatilla de la marca deportiva Reebok. El resto del tiempo lo dedica a entrenarse, a su revista, la versión española de Runners World, y a dejarse querer por los miles de corredores que le admiran.

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