El Sevilla prueba la hiel en Europa
Los griegos del Panathinaikos se imponen en Atenas tras un partido físico y emocionante
El Sevilla sufrió una grave decepción y la eliminatoria ha cogido un desvío no previsto. La actitud del equipo frente a un enemigo de la talla del Panathinaikos fue, sin embargo, impecable. La competición no siempre es dulce. Más bien, casi siempre es amarga. Joaquín Caparrós apostó de nuevo por colocar en la punta del ataque a Baptista y Makukula. La apuesta física podría hasta ser lógica para enfrentarse a un equipo griego, que juega a la griega -cuatro defensas y libre adelantado-, con hombres fornidos en la zaga. Sin embargo, el borrón de esta táctica resulta de las propias palabras del técnico en la víspera, que aseguró que el triunfo pasaba por no perder el estilo propio. Parece que el potencial del equipo griego acabó por empequeñecer el ánimo sevillista.
PANATHINAIKOS 1 - SEVILLA 0
Panathinaikos: Galinovic; Vintra, Goumas (Andric, m. 55), Morris, Munich; Kotsios; Basias, Ezequiel González, Skacel (Konstantidinis, m. 51); Gekas, Konstatinou (Maric, m. 87).
Sevilla: Esteban; Alves, Aitor Ocio, Pablo Alfaro, David; Jordi (Sales, m. 46), Martí, Renato, Adriano, Baptista y Makukula (Antoñito, m. 63).
Goles: 1-0. M. 75. Vintra, de fuerte disparo desde fuera del área.
Árbitro: Claude Colombo (Francia). Amonestó a Jordi y Ezequiel Gonzalez.
Unos 10.000 espectadores en el Apostolos Nikolaidis.
Makukula es un delantero muy estático, estatuesco, que necesita de balones bombeados para ser útil. Pero tan sólo Adriano ejercía ayer como tal. El joven brasileño fue el más peligroso del cuadro andaluz y en el último tercio de la primera mitad se coló en dos ocasiones hasta la línea de fondo -aunque sus centros a la olla fueron nada más que regulares-. En el volante derecho, Jordi apoyaba en la contención a Martí e intentaba dejar el carril libre para que Alves subiera. Los griegos desmantelaron esta argucia con Skacel que, pegado a la cal, suponía una amenaza constante. Sin balones por las alas y Makukua grabado en piedra, le tocó a Baptista el trabajo más ingrato. El brasileño se veía obligado a dejarse caer a las bandas y, sobre todo, a correr mucho más de lo que le gustaría o debiera para rendir a tope.
El Panathinaikos es un equipo de calidad, que aunque esté en horas bajas en la liga de su país, viene de una competición mayor, como es la Liga de Campeones. Además sabe a lo que juega de memoria. El rapidísimo Gekas comenzó metiendo miedo, mucho miedo. Y tuvo varias ocasiones de gol. Y el Panathinaikos se fue haciendo poco a poco con el control del encuentro. El trabajo de Kotsios por delante de la defensa apenas dejó espacio para que conectaran los pivotes y los atacantes del Sevilla. La entrada de Antoñito y Sales en la segunda mitad dinamizó el juego sevillista. Adriano, a pesar de haber llevado casi todo el peligro, había estado bastante despistado, dudoso entre las tareas defensivas que le fijó Caparrós o encarar. En la segunda mitad, encaró y se notó. Con Sales y Adriano culebreando por las bandas, Baptista recuperó la posición que más le gusta en el campo y Renato se retrasó lo suficiente para reeditar el doble pivote que acostumbra con Martí. Vamos, eso que dijo Caparrós el día antes: "Jugar a lo que sabemos".
Sin embargo, el lateral Vintra enchufó un pelotazo desde casi 40 metros. De repente, todo el remar de la primera mitad, el grandísimo trabajo de Ocio y Alfaro a la hora de desmontar los balones bombeados y el dominio logrado durante gran parte de la reanudación se fueron a hacer gárgaras. Aun así, el Sevilla no se descompuso. Adriano se coló en dos ocasiones más y a punto estuvo de marcar Aitor Ocio de tacón. Se revolvió el Panathinaikos y de nuevo el Sevilla quiso morder. En ese ir y venir, Sales metió un pase profundísimo, lo cazó Baptista dentro del área, pero cayó al suelo en lo que pareció un clarísimo penalti. El árbitro también cayó en las triquiñuelas de los locales que perdieron casi tres minutos en la sustitución de Konstatinou por Andric. Sales tuvo el empate en sus botas en el últimísimo segundo, pero no disparó bien.
El Sevilla luchó de principo a fin y le golpearon cuando más se gustaba. La poca distancia de la gloria a la hiel.
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