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Reportaje:

La vida en mitad de la guerra

La fotógrafa Christine Spengler habla en el Muvim de las imágenes que captó en Afganistán, Irlanda del Norte o Irán

Ferran Bono

Cuenta la fotógrafa y corresponsal de guerra Christine Spengler que su condición de mujer la ha ayudado a la hora de retratar a las mujeres oprimidas. La complicidad que se establece contribuye a que las mujeres no se espanten ante la cámara e incluso miren directamente al objetivo mostrando toda su verdad. Además, la fotógrafa que fijó en imágenes la entrada de los talibanes en Kabul apenas utiliza el teleobjetivo, que incluso puede resultar "agresivo" a ojos de extraños. Spengler recomienda siempre una lente de 28 milímetros. Lo reiteró ayer en la conferencia que impartió en el Muvim en unas jornadas sobre fotografía, coordinadas por Pep Benlloch, a propósito de la exposición Alguien nos mira, una selección de la colección de la Fanc.

Ante un concurrido auditorio, compuesto por muchos aficionados y estudiantes de fotografía, la corresponsal en conflictos como los de Vietnam, Camboya, Afganistán, Irán o Irak aseguró que el 28 milímetros "no deforma" y siempre "capta algo". Con este angular ha hecho imágenes que han aparecido en prestigiosas publicaciones de todo el mundo. Muchas de ellas se proyectaron ayer, mientras Spengler explicaba detalles y anécdotas del instante en que se tomaron.

La de los niños haciéndole burla y riéndose en una calle gris de Irlanda del Norte (ver imagen), entre el humo de un coche incendiado, fue un instante para el recuerdo. Tanto es así que, más de 20 años después, una cadena de televisión localizó a los protagonistas de la famosa foto y los reunió con Spengler. Entre copas y copas, los irlandeses observaron cómo ella había sido testigo del conflicto y ellos podían ver la paz.

La fotógrafa siempre retrata la guerra en blanco y negro. Y en medio de la muerte y el dolor no olvida buscar el instante de vida, como el que se cobija en la mirada de un niño. El color lo deja para el regreso de sus viajes, cuando da rienda suelta a su parte más barroca y fotografía vírgenes y toreros, por ejemplo, envueltos en colores. Es su manera de exorcizar la guerra, de poner el contrapunto a la tristeza.

Spengler dijo que su mirada siempre se sitúa al lado de los "oprimidos", de los que sufren, de la mujer del Sahara, que además de ser madre, lucha y cuida de los suyos; de la madona afgana que sostiene a su hijo; de la niña vestida de blanco entre los tanques de las tropas inglesas.

Con un perfecto español, salpicado de énfasis literario, Spengler, que domina siete idiomas, recordó que su primera vocación fue la de escritora. Un viaje a El Chad le abrió el mundo de la fotografía, que fue descubriendo de manera autodidáctica. Si, acaso, la fotógrafa francesa, que se declara ajena al sensacionalismo, reconoce la influencia en sus encuadres de los grandes de la pintura que ella veía de niña en el Museo del Prado. Spengler (1945) se trasladó a los siete años a vivir a Madrid, que ahora compagina con París. Su afición por la literatura pervive como revela su autobiografía Entre la luz y la sombra (EL PAÍS-Aguilar), que ha despertado el interés de Hollywood para una posible adaptación cinematográfica.

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La jornada vespertina de ayer también contó con la participación de la historiadora de la fotografía Marie Loup Sougez y del Premio Nacional de Fotografía Ramon Masats. La primera hizo un repaso de la mirada de los fotógrafos extranjeros sobre España y de los fotógrafos españoles sobre su país. Sougez incidió en que la visión "ennegrecida de España" despareció con la llegada de la democracia y destacó el papel que desempeñó el grupo Afal integrado por jóvenes fotógrafos.

Masats perteneció a este grupo innovador de Almería. El artista señaló a este diario, sin embargo, que hacer fotos "era más fácil" en el franquismo. "La gente era más receptiva, más abierta y menos resabiada. Ahora, las calles están llenas de coches... Pero, claro, no se puede comparar cómo vivía la gente antes y ahora. Lo que se ha perdido en estética se ha ganado en calidad de vida y eso está muy bien, claro".

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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