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Los sindicatos exigen que se aclare la muerte de un marroquí en El Ejido

Un testigo dice que vio a cuatro jóvenes en el lugar del crimen

Responsables sindicales de Ustea, el Sindicato Obrero del Campo (SOC), la Plataforma Iguales en Derechos y familiares del marroquí fallecido el pasado domingo en El Ejido, Azzouz Hosni, tras recibir varias puñaladas, aseguran que este homicidio "no es algo aislado". Estos colectivos han exigido el esclarecimiento de unos hechos que tildan de "vil asesinato racista" y descartan que la víctima tuviera relación alguna con el tráfico de droga, como apunta la investigación de la Policía. El hermano de la víctima, Abdelkader Hosni, ha denunciado el desamparo institucional al que se vio sometido y que lo mantuvo 24 horas deambulando por diferentes instituciones hasta poder ver el cadáver de su hermano.

Mariano Junco, el portavoz de Ustea, aseguró que el brote racista de 2000 "sigue latente" porque no ha habido depuración de responsabilidades. "La muerte de Hosni no es un caso aislado porque venimos denunciando agresiones a inmigrantes en El Ejido que no han parado de producirse. Estas agresiones son fruto de una falta democrática en la localidad y aunque han sido a marroquíes pueden extenderse a otros colectivos, e incluso a trabajadores españoles", dijo el portavoz sindical. El sindicato tildó de "denigrante" que se relacione "cualquier incidente" con inmigrantes en la localidad con el tráfico de drogas. "Pedimos no manchar más la imagen del colectivo. Este hombre vivía en una chabola, tenía tres euros en su cuenta bancaria y hacemos un llamamiento para que se piensen las cosas dos veces antes de decirlas", remachó Junco. El hermano de Azzouz denunció por su parte el desamparo que padeció al llegar desde Alemania para recoger el cadáver de su hermano y repatriarlo a Marruecos. Abdelkader relata que, tras llegar el domingo de Essen (Alemania), no le dejaron ver el cadáver hasta el martes. "Ninguna autoridad se ha puesto en contacto conmigo. Me enteré del suceso por un sobrino. Me tiré un día entero de un lado a otro sin saber nada", manifiesta.Abdelkader Hosni, que habla alemán, francés y árabe, pudo entenderse con la Policía gracias a su sobrino, que hizo las veces de traductor. Después de las infructuosas gestiones realizadas el lunes para ver el cuerpo de Azzouz, consiguió ver a su hermano en el tanatorio de El Ejido el martes. "Su estado era increíble. El cuerpo estaba lleno de sangre, los ojos abiertos y abierto en canal. Yo quiero llevarme a mi hermano entero y ni siquiera sé si faltan órganos. Ninguna persona quiso ayudarme", relata. Abdelkader Azzouz llegó a España sin saber a qué institución o persona de contacto podía dirigirse. Desde la Subdelegación del Gobierno aseguran no tener constancia de que la familia hubiera designado a algún portavoz o contacto. Lo cierto es que la familia de Azzouz pudo dar con el cadáver gracias a las gestiones realizadas desde el SOC por Aldelkader Shasha. "Queremos que el entierro sea lo antes posible. Ninguna persona quiere llamarme o hablar conmigo y yo no sé a quién debo de dirigirme. Necesito el informe de la autopsia para iniciar los trámites de repatriación", apuntó Abdelkader Hosni.

Entre los testigos más directos de lo ocurrido la madrugada del sábado en la calle Almería de El Ejido, ayer habló ante los medios de comunicación un marroquí conocido como Zacarías, cuya identidad responde a las iniciales de L. E. H. Ch. I. Este hombre aseguró haber visto de frente a tres o cuatro chavales, de 16 o 17 años, cuando se marchaban del lugar del crimen. "Eran chavales de marcha. No creo que fueran marroquíes. No iban tapados ni portaban nada en las manos. Uno de ellos era rubio y más fino que el resto", describió. Zacarías aseguró que ese último chico fue identificado por otro testigo "en una foto en la Policía". Una vez que los jóvenes pasaron frente a él, se dirigió al lugar donde Hosni se encontraba y vio como caía al suelo. Entonces corrió a un bar cercano y contó lo que ocurría.

El propietario del bar que Azzouz frecuentaba, A. A. A., dijo que no se percató de nada extraño ni de ruido en la calle, antes de que apuñalaran a su cliente. "Estábamos dentro y vino uno corriendo diciendo que había que salir a la calle, que había uno tirado. Llamamos al 112 y a los 10 minutos llegó la Policía. Yo cerré el bar por miedo. Luego vino la ambulancia. No nos enteramos de nada", cuenta. La Subdelegación del Gobierno en Almería no ha remitido información oficial alguna sobre este caso.

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