El fuego llegó antes
Cuatro empresas diferentes realizaban desde hace más de un año diversas obras de reforma en el edificio Windsor, entre otras cosas para adecuarlo a la normativa contra incendios
Al menos cuatro empresas estaban realizando obras de reforma en el edificio Windor cuando éste fue pasto de las llamas la noche del pasado sábado. El Ayuntamiento de Madrid había autorizado en octubre de 2002, y prorrogado en abril de 2003, una licencia de obras solicitada por los propietarios, entre otras cosas, para adaptar el rascacielos a la normativa de prevención de incendios de 2000 (actualizada después en 2003). La licencia permitía instalar sistemas nuevos de ventilación, depósitos de agua, torres de refrigeración y también "bombas de impulsión de agua a la red general de rociadores", rociadores de los que, según la Concejalía de Urbanismo, carecía el edificio.
La empresa Axima era la encargada de "renovar todo el sistema de protección contra incendios" del Windsor, según explicó ayer su director de Seguridad y Prevención, Fernando Utrilla. Éste, sin embargo, no quiso concretar en qué consistía la obra que les encargaron ni qué mecanismos de seguridad estaban implantando. "Eso forma parte del contrato firmado con el cliente. No estoy autorizado a decirlo", alegó. El responsable de Axima puso énfasis en señalar que los trabajos no habían llegado aún a las plantas 21 y 22, donde se inició el fuego, pero tampoco precisó a qué plantas sí habían llegado.
La colocación de 'petos antifuego' en las ventanas habría frenado el avance de las llamas
Desde hace meses se construía una nueva escalera exterior de evacuación
Axima comenzó la obra de renovación de las instalaciones "hace más de un año", y además se encargaba de revisar, trimestralmente, que el sistema antiincendios aún en vigor funcionaba a la perfección. La última inspección se hizo "entre diciembre y enero". "Todo estaba correcto", afirmó Utrilla, quien, no obstante, no supo explicar con qué mecanismos de detección y extinción contaba entonces el rascacielos.
Otra empresa, Teprosol, estaba instalando desde hace "año y pico" diversos mecanismos de "protección pasiva contra el fuego", según indicó su gerente, Inocente Martínez. Las obras eran básicamente cuatro: por una parte se estaban adosando placas de material ignífugo -un fibrosilicato llamado promatect- a las estructuras metálicas del edificio; esos paneles logran "proteger del fuego durante un máximo de tres horas" los pilares en los que se colocan.
Los operarios habían cubierto ya las plantas 4 a 14 (a razón de 63 placas por planta) y también el último piso, pero estaban aún lejos de la planta 21, donde se desató el incendio. Martínez no sabe si al menos en esos pisos bajos funcionó lo ya instalado. "En teoría sí, porque esa parte no se ha caído. Pero también es cierto que las placas se prueban en laboratorio a 550 grados, y me parece que en el Windsor se alcanzaron temperaturas mucho más altas", dice.
La segunda de las obras que acometía Teprosol era el sellado hermético de los huecos de los muros en los que se alojan los cables de luz y otras instalaciones. "Eso es necesario para evitar la propagación de llamas y humo a través de los espacios internos ocupados por esos servicios", explicó el gerente. La tarea se había completado también en las plantas 4 a 14.
Por el contrario, los trabajos de cubrimiento de las cajas de cableado y la instalación de barreras cortafuego en las ventanas estaban casi sin empezar. Las barreras o petos, de las que el Windsor carecía, "son muy importantes", subraya Martínez, "porque evitan que el fuego, una vez declarado, salga al exterior y vaya escalando plantas a través de los cristales", como finalmente ocurrió.
Los obreros contratados por la tercera empresa, llamada Crespo y Blanco, tenían encomendada la "renovación de toda la infraestructura eléctrica del edificio". El director de Administración de la firma, Cesar Díaz, se esforzó ayer en señalar que "en ningún caso" hicieron nada en las plantas 21 y 22, "ni en plantas cercanas a ésas". "Habíamos puesto ya el cableado nuevo en los sótanos, para dar servicio al aparcamiento, y ahora trabajábamos en la vertical del edificio para realizar las acometidas generales. Pero la corriente eléctrica aún no estaba dada, no pudo nacer ahí ninguna chispa que provocase el fuego", insiste.
Por último, FCC construía también desde hacía meses la escalera de incendios exterior, que hasta entonces no existía. El resto de obras encargadas a esta empresa, según aseguró un portavoz, no tenían "nada que ver" con el sistema antiincendios: se trataba de la ampliación de las plantas 27 y 28, la modificación de pavimentos en los sótanos, la renovación de vestíbulos y de las fachadas en las plantas 1 y 2, la sustitución de puertas y la construcción de tres nuevas escaleras de acceso a la torre.
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