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Reportaje:

A vueltas con las concesiones

El sector espera un pronunciamiento del IASB para aclarar su futuro

Amaya Iríbar

"Existe el peligro de que en lugar de acometer magníficas infraestructuras, la Unión Europea (UE) acabe produciendo unas normas contables espléndidas que le impidan conseguir esas infraestructuras". Lo escribió Loyola de Palacio, a finales del año pasado en Financial Times, cuando aún era comisaria europea de Transporte, y seguramente lo suscribirían buena parte de las grandes constructoras y concesionarias del continente, con las españolas a la cabeza. A falta de una norma específica del IASB, el órgano que emite las normas internacionales de contabilidad (NIC) sobre concesiones, reina la confusión: "el problema no es que las normas sean malas, es que no se sabe qué norma aplicar".

Estamos hablando de autopistas, puentes, de todas aquellas obras que el Estado adjudica al sector privado para que éste corra con los gastos de construcción a cambio de su futura explotación. Según la normativa española, en estos casos la inversión inicial se refleja en el balance de la sociedad como gasto, pero no pasa por la cuenta de pérdidas o ganancias. Los efectos contables aparecen cuando se entrega la obra y se capitalizan a lo largo de la concesión, según aumentan los ingresos.

Esto choca con las NIC, que obligan a contabilizar los gastos cuando se producen, y es muy relevante, pues en las grandes infraestructuras el esfuerzo financiero se concentra en los primeros años, de tal forma que las sociedades podrían arrojar pérdidas voluminosas justo en el momento en que no generan ingresos. El debate hasta que el IASB apruebe el texto y la UE lo adopte, como pronto a finales de año, es qué criterio utilizar.

Hasta entonces hay dos NIC aplicables. En el caso de los peajes en sombra los ingresos se consideran un activo financiero. Esto significa que los gastos no pueden diferirse y que los intereses pueden compensarse con los ingresos de la concesión.

El segundo caso afecta a aquellas construcciones donde paga el usuario, como en una autopista de peaje. Las NIC consideran que esos ingresos son activos intangibles, ya que son el resultado del derecho de explotación, lo que tampoco permite aminorar el impacto de los gastos iniciales. Además en este caso hay que registrar los intereses como gasto. En ambas situaciones el beneficio de los socios se reconoce al final de la construcción.

Esta posibilidad aterra a las compañías. Se preguntan qué empresa se va a atrever a incurrir en tales pérdidas al principio (ver cuadro) y aseguran que los grandes planes europeos de infraestructuras están en peligro. La nueva contabilidad para los peajes en sombra no tienen por qué arrastrar a la sociedad a pérdidas si bien el ritmo de crecimiento de los beneficios es menor.

España es uno de los países más afectados. Entre las 12 primeras concesionarias del mundo por número de contratos, hay 7 españolas, según la lista de Public Works Finance de 2004, que encabeza ACS Dragados y en la que también están Ferrovial / Cintra, Sacyr Vallehermoso, Abertis / La Caixa, FCC, OHL y Acciona / Necso.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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