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Reportaje:

Miedo y hambre en alta mar

Los 227 inmigrantes que llegaron a Tenerife en un barco pasaron días sin comer y estuvieron a punto de ahogarse por las tormentas

Los 227 inmigrantes subsaharianos que el pasado día 5 fueron descubiertos hacinados en un barco arrastrero de 25 metros de eslora por un pescador a unos 200 metros de la costa del pueblito de Tajao (en el sur de la isla canaria de Tenerife) creyeron que morían en varios tramos de la macabra travesía, unas veces ahogados en mitad de alguna de las tormentas con que se cruzaron, otras del intenso frío en alta mar que no podían combatir porque no llevaban mantas y otras de hambre, sobre todo al final, cuando durante los últimos cuatro días no encontraban ningún pescado en el mar y se alimentaron de caramelos y agua.

Es la conclusión que surge como consecuencia de cruzar los testimonios aportados por estas personas a agentes de policía, abogados y a una docena de voluntarios con quienes han podido hablar durante su primera semana en Europa. Según ese relato, abonaron entre 900 y 1.200 euros que obtuvieron fácilmente de forma clandestina. Los que no tenían dinero entregaron varias piezas de oro que reunieron entre sus familiares. El pasaje no incluía ni la comida, ni el agua. Cada uno tenía que portar sus víveres antes de embarcar (casi siempre cereales, frutos secos, algunas latas) y tenían muy claro que no lo podían compartir, por muy dura que se pusiera la vida a bordo. Según reconocieron, un gramo de comida cedido a otro más débil podía marcar la diferencia entre vivir o morir para los dos.

Un gramo de comida cedido a otro más débil marcaba la diferencia entre la vida y la muerte
"Prefiero morir en el mar que vivir con menos de un euro al día", dice uno de ellos

No portaban bolsos. Todas sus pertenencias las llevaban puestas una encima de otra: tres pantalones, cuatro camisas, dos chaquetas, varios calcetines... Muchos ni siquiera vieron a los patrones, dos blancos que aún busca la policía.

Unos aseguran haber embarcado en Costa de Marfil el 6 de enero pasado. Otros dicen haber estado en alta mar sólo 15 días. Casi todos cuentan la misma historia: un conflicto armado acaba con sus familiares y posesiones, no les une nada más que el miedo a esa aldea y se dirigen al puerto. "Es la única salida que tengo, prefiero morir en alta mar que vivir con menos de un euro al día", confesó uno de los retenidos. Buscan un barco, dicen que quieren partir y embarcan. Nadie les pregunta. Pagan en euros conseguidos de forma clandestina o con joyas de oro.

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Durante la travesía, se produjeron varios altercados entre bandas distintas, aunque ninguno ha reconocido si se produjeron heridos o muertos. En alta mar, combatieron temperaturas entre 3 y 7 grados: "Tuvimos mucho miedo de morir de frío, ahogados o de hambre", confesaron.

A los médicos del Servicio de Urgencias Canario (SUC) y a los policías encargados de la investigación posterior, les sorprenden varios detalles: su buen estado de salud para haber estado navegando un mes mal alimentados y la limpieza y calidad de sus ropas, cuando las condiciones higiénicas no existían (aunque "el olor era nauseabundo", tanto en sus cuerpos como en el interior del barco, hoy anclado y lleno de trapos y suciedad en el puerto de Santa Cruz de Tenerife).

El operativo judicial desplegado por los titulares de La Laguna y Granadilla reunió a más de 30 personas para atenderlos durante toda una jornada, en la tercera planta del cuartel militar de Las Raíces (frente al aeropuerto de Los Rodeos). Aunque no ha trascendido el contenido de sus declaraciones, algunos letrados reconocen que todos los inmigrantes aseguraron que era la primera vez que venían a España. Su actitud ante sanitarios y abogados fue "colaboradora y educada", aunque "sin el menor interés de declarar en contra de los patrones". Unos aseguran que "se metieron en un barco y no sabían a dónde iban". Según reconocen algunos testigos, "no sabes ni puedes distinguir entre la verdad y la mentira".

Aunque los investigadores reconocen que "probablemente nunca sabremos de dónde son en realidad", el último interrogatorio ha determinado que tienen entre 20 y 54 años y son naturales de nueve países: Ghana (89), Senegal (78), Guinea Bissau (24), Guinea Conakry (10), Gambia (9), Nigeria (8), Sierra Leona (5), Mali (3) y Costa de Marfil (1).

"Un africano de cualquier país te puede recitar de memoria la plantilla del Real Madrid, desde Casillas hasta Raúl o darte la lista de los países que forman Europa", asegura Moisés Ndiaye, senegalés de 37 años. Según este voluntario de Cruz Roja en Tenerife, el llamado efecto llamada lo produce el medio que hoy domina el planeta: la televisión. "Euronews y los canales franceses y españoles", añade, "difunden una imagen del continente que siembra en la cabeza de estos espectadores un mundo que sólo existe en su imaginación". Cuando esa semilla ha germinado, ni siquiera creen lo que les dicen los familiares o amigos que sí han llegado a Europa.

Ndiaye relata que muchos de los inmigrantes que ha atendido le comentan que "han visto cómo, tras varios años, el que emigró hace tiempo a Europa regresa al país, compra un terreno, construye una casa grande y bonita, se casa con la mujer más guapa del pueblo, sus hijos están sanos y van a la escuela". Así que se crean un mito sobre el continente y "no creen que haya que trabajar duro, ni que el viaje sea una auténtica tortura; piensan que si metes un pie en Europa, puedes convertirte en un millonario".

El senegalés aún recuerda cómo los 227 náufragos se sorprendían de que "un hermano" como ellos los abrazara y les diera el primer trato humano en muchos meses. "Sólo daban gracias a Dios por haber llegado con vida", concluyó.

Una vez que los extranjeros han ingresado en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Hoya Fría (a unos 5 kilómetros de Santa Cruz de Tenerife), sus recuperadas vidas han pasado a un segundo plano. El Cuerpo Nacional de Policía ha negado el acceso a los miembros del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), interesados en conocer si alguno quería declararse como refugiado político. Como no existen convenios de repatriación, podrán estar aquí hasta el 18 de marzo, aunque todos los consultados reconocieron que antes de esa fecha "serán derivados a otros lugares del continente" que no especificaron. Mientras reciben asistencia médica permanente, alimentos exentos de carne de cerdo, ven la televisión y beben mucha agua, la polémica de cómo pueden llegar barcos de casco metálico "hasta la cocina" de un país ha disparado todas las alarmas de los partidos políticos e instituciones.

El propio delegado del Gobierno en Canarias, José Segura, ha reconocido que las islas están desprotegidas, a merced de barcos con inmigrantes, con armas, con drogas, explosivos o carga radiactiva. Los radares instalados sólo cubren unas pequeñas zonas de litoral de las siete islas, con capacidad para rastrear hasta 30 millas (unos 54 kilómetros) mar adentro. Sólo están vigiladas la costa sureste de Fuerteventura (desde Puerto del Rosario hasta Jandía), el norte de Gran Canaria (desde la Isleta hasta Gando) y la costa noreste de Tenerife (desde Anaga hasta el Porís).

El presidente del Gobierno insular, Adán Martín Menis, ya ha cerrado una entrevista con el presidente Rodríguez Zapatero para acordar un plan sobre inmigración específico para las islas. El ministro Jesús Caldera anunció ayer que se dará vía libre a su financiación.

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