La UE sigue sin fijar sus últimas fronteras

La UE tiene ya 25 países. En 2007, entrarán Bulgaria y Rumania. Después, Croacia. Más tarde, otros socios balcánicos. Turquía tiene media puerta abierta. Ucrania se aproxima. ¿Cuáles son las últimas fronteras geográficas de la Unión? No existen. Ni la Convención que redactó el Tratado constitucional, ni los Gobiernos que lo aprobaron, quisieron abordar el problema pese a ser uno de los más sensibles y complejos del actual momento histórico. O quizás no lo hicieron por eso. La ausencia de tal definición "tiene un efecto desestabilizador para las opiniones públicas europeas", afirma Étienne De Poncins, mano derecha del presidente de la Convención, Valéry Giscard D´Estaing. Un intento de hacerla tendría ese mismo efecto ¿a qué país ponerle la proa para siempre?

La ampliación de la UE parece un movimiento sin fin. Víctima de su éxito, el número de candidatos y aspirantes crece ante el desconcierto de quienes opinan que el club ya tiene bastante con asimilar a los 10 que entraron en mayo. Pero si entra Turquía, ¿cómo negar el acceso a Ucrania? Si entra Ucrania ¿cómo dar un portazo a Georgia o Bielorrusia? ¿Por qué no Israel? Entonces, también Palestina. ¿Y si optan por adherirse Suiza, Noruega, Islandia, Andorra...?

LA SITUACIÓN

Sólo hay dos condiciones para que "un Estado europeo" pueda entrar en la UE: respetar sus valores (democracia, Estado de derecho, derechos humanos) y tener una economía de mercado competitiva. Después, los socios tienen que ratificar la adhesión del nuevo. Si uno dice no, bloquea la entrada. Ante la ausencia de reglas y fronteras claras, algunos países han optado por someter todas las adhesiones próximas a referéndum. Francia ha decidido incluir esa obligación en su Constitución nacional.

De otro lado, la Comisión Europea lanzó la Política de Vecindad Europea, para suscribir acuerdos de estrecha colaboración con sus vecinos: Ucrania, Moldavia, Jordania, Israel, Palestina, Túnez, Marruecos, Egipto, Líbano, Argelia y Siria. Hay varios acuerdos firmados para crear este anillo de seguridad, que incluye el control de la inmigración y de armas no convencionales a cambio de generosa ayuda financiera. La opción de esos países para acceder a la UE no queda cerrada, pero lo parece. "No les cierra esa posibilidad a los que puedan solicitar la adhesión, pero tampoco les crea una perspectiva de adhesión", dice Benita Ferrero-Waldner, la comisaria de Exteriores. Esos acuerdos de vecindad los quieren aplicar a Turquía, en lugar de la adhesión, buena parte de los 12 primeros ministros de la UE del Partido Popular Europeo. De otro lado, la UE no contempla en ningún texto legal la salida de un socio. No se ha planteado pero en ese caso habría que modificar el Tratado actual para tener que ratificarlo todos los socios.

EL DEBATE

La cuestión de las fronteras no se debatió en los foros oficiales que elaboraron la Constitución, con los turcos como participantes, pero sí entre los dirigentes políticos. Lo primero fue extraño, porque la redacción del Tratado se hizo en plena polémica entre los partidarios de abrir la puerta a Turquía (Reino Unido, España o Italia, pero sobre todo EE UU) y los opuestos (Austria, Dinamarca y gran parte de franceses, alemanes y holandeses). Giscard levantó ampollas en 2002 al declarar a Le Monde que la entrada de Turquía sería "el fin de la Unión".

Donde sí hubo un debate fue a la hora de pactar, por vez primera, una Cláusula de Salida de la Unión. Para algunos, se abría una opción que podía ser esgrimida como una amenaza en alguna negociación esencial. Por ejemplo, por el Reino Unido si se discutía algo grave contrario al interés de Washington. Para otros, era absurdo que no existiera legalmente esa posibilidad, que se contemplaría para un Estado que, por ejemplo, rechazara un nuevo Tratado. Irlanda rechazó en 2001 en referéndum el hoy vigente Tratado de Niza y, para salir del paso, se repitió la consulta. Hubo suerte y ganó el sí.

LA SOLUCIÓN

No existe. El contencioso de las fronteras sigue abierto. "La Unión está abierta a todos los Estados europeos que respeten sus valores y se comprometan a promoverlos en común" (Parte I-artículo 1). Las condiciones para entrar en la Unión (I-58) siguen siendo las mismas que ahora, aunque se añade en el listado de valores la igualdad hombre-mujer (I-2 y I-3), relevante para el caso de Turquía. Como novedad más importante, la Constitución introduce la Cláusula de Salida (I-60), siempre voluntaria, después de una negociación entre la UE y el Estado saliente. Ese carácter voluntario tiene dos matices. De un lado, un país aislado que reitere su rechazo a leyes básicas quedará sometido a una presión política clara para que opte entre permanecer o marcharse. Ocurrirá, de hecho, si ese rechazo aislado se produce con esta Constitución, aunque no esté en vigor, una hipótesis que podría darse en el caso del Reino Unido.

La otra novedad es la inclusión en el Tratado de la política de vecindad. Se trata de "establecer un espacio de prosperidad y de buena vecindad basado en los valores de la Unión" con unas "relaciones estrechas y pacíficas" (I-57). Los Estados asociados podrían llegar a participar en todas las políticas de la UE, pero no en sus órganos de poder. Sería la opción para Turquía si fracasa la adhesión. Nada haría más felices a los conservadores franceses y alemanes.