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Sobran capitanes

Muñoz prescinde de Perlas en el equipo de Copa Davis

No fue una decisión fácil para nadie, pero Pedro Muñoz, el nuevo presidente de la Federación Española de Tenis, tuvo que tomarla. Cuando anteayer le comunicó a Josep Perlas que no seguiría formando parte del G-3, el grupo de capitanes del equipo español de Copa Davis, no hacía más que resumir el sentir de la mayor parte de jugadores susceptibles de ser seleccionados y de sus técnicos respectivos. A nadie le gustó que Perlas se enrolara con Guillermo Coria, un jugador argentino, abriendo así la posibilidad de una incompatibilidad, porque su cargo de capitán seguía dándole acceso a una información privilegiada sobre el estado de los jugadores del equipo.

Sin embargo, la decisión de Muñoz de ofrecer un año de contrato a Juan Bautista Avendaño y a Jordi Arrese, los otros dos componentes del G-3, entraña también algunos riesgos. No es lo mismo tener tres puntos de vista que dos, sobre todo cuando el que va a faltarles es, precisamente, el del único componente que entrena a un jugador de élite y que viaja habitualmente al circuito profesional.

Los criterios de Perlas siempre han tenido un gran peso, tanto por su capacidad analítica como por el profundo conocimiento del momento de forma que viven los jugadores del circuito. Unos datos que ni Avendaño ni Arrese manejan con tanta fluidez. Perlas y Avendaño, por lo demás, eran los dos miembros del equipo español de Copa Davis que habían participado desde la primera eliminatoria en el equipo ideado por el anterior presidente Agustí Pujol, que aceptó una capitanía consensuada a propuesta de los jugadores, especialmente de Àlex Corretja y Carlos Moyà. El proyecto ha tenido un éxito indiscutible si se atiende a que España ha disputado tres finales y ha ganado dos, la de Barcelona-2000 y la de Sevilla-2004.

Ayer, Perlas tenía motivos para sentirse entre vacío y molesto. Implicitamente, el G-3 se había confabulado contra la idea de una hipotética división. La honestidad de Perlas había quedado fuera de toda duda, cuando en 2000 aceptó dejar fuera del equipo a Carlos Moyà y en 2003 apeó de la final a Albert Costa. Ambas decisiones le costaron la pérdida de los dos jugadores. Sin embargo, Arrese y Avendaño aceptaron el planteamiento de Muñoz, que no quiere que el capitán español entrene a ningún jugador y no le seducen las capitanías compartidas.

Su reto es importante, porque para enfrentarse al potente equipo eslovaco en la primera semana de marzo próximo no contarán con Moyà, ni probablemente con Juan Carlos Ferrero -si no recupera su mejor forma-, ni con Tommy Robredo -que arrastra una lesión en el hombro-. El equipo lo formará la última generación: Rafael Nadal, Feliciano López y Fernando Verdasco. Ganar en Bratislava no será nada fácil. Y si lo logran, después les espera Suiza u Holanda, también en pista contraria. Romper el G-3 no parece la mejor forma de empezar la defensa de la Ensaladera ganada en Sevilla.

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