"A partir del 40%, la participación irá bien"
Enrique Barón (Madrid, 1944) es uno de los políticos españoles que más de cerca ha vivido todo el proceso de integración española en la Unión Europea. Eurodiputado desde 1986, presidió el Parlamento Europeo entre 1989 y 1991, dirigió el grupo de los socialistas europeos (1999-2004) y hoy lidera a los socialistas españoles. Defiende la Constitución europea como símbolo de la definitiva superación de las viejas guerras civiles en Europa.
Pregunta. ¿Por qué Europa necesitaba una Constitución?
Respuesta. Porque desde el principio Europa no fue un mercado, sino un proyecto político para la democracia y el respeto a los valores humanos con el fin de superar una situación de guerra civil permanente. Tras haberlo conseguido, había que proclamarlo de una manera muy clara y lo hemos hecho con la Constitución.
"Nunca se va suficientemente lejos en el terreno social porque la gente tiene derecho a reivindicar más derechos, mejores condiciones de vida"
"El 'plan Ibarretxe' es absolutamente anacrónico porque los europeos nos distinguimos por compartir cosas respetando nuestra identidad"
P. ¿Cuáles son los capítulos más innovadores?
R. Por primera vez, se definen los derechos del ciudadano, los valores y los principios de la Unión, que es una unión de ciudadanos y Estados. Recomiendo siempre leer despacio los tres primeros artículos porque son ricos y propios de una democracia avanzada. Y conviene leer también la Carta de Derechos Fundamentales, la II parte de la Constitución.
P. ¿Por qué la UE se define ahora como unión de ciudadanos y Estados, y no de pueblos y Estados, como hasta ahora?
R. Porque la democracia en términos de igualdad es la democracia ciudadana, la democracia que se basa en los derechos fundamentales de la persona. El pueblo es un sujeto colectivo propio del romanticismo que ha tenido consecuencias desastrosas en la historia de Europa. Subsiste en algunos sitios, también en alguna parte de España, pero la concepción moderna de la ciudadanía, basada en el patriotismo constitucional, parte del ciudadano.
P. El plan Ibarretxe está presente en toda la campaña del referéndum.
R. Hay interferencias, pero existe un hecho positivo: el PNV, que no ha aceptado ninguna Constitución española, se adhiere ahora a la europea.
P. ¿Cabe o no cabe el plan Ibarretxe en la Constitución europea?
R. Es absolutamente anacrónico porque somos precisamente los europeos los que más nos distinguimos por compartir cosas, aunque sigamos respetando nuestra identidad. Además, estamos en el mundo de la interdependencia, no en el de plantear sueños románticos, de separarse, de ir cada uno por su cuenta. Aquí estamos organizando una democracia supranacional frente a las teorías de afirmación de la soberanía y del nacionalismo.
P. ¿Qué falta en esta Constitución?
R. Todo es manifiestamente mejorable, pero, de momento, lo que hay que hacer es afirmar este paso.
P. Como socialista, ¿a usted le hubiera gustado ir más lejos en la Europa social?
R. Sí, partiendo de que nunca se va suficientemente lejos en el terreno social, porque la gente tiene derecho a reivindicar más derechos, mejores condiciones de vida. Esta Constitución pone un especial énfasis en la igualdad entre mujer y hombre, recoge por vez primera la condena a la violencia de género, los derechos de los estudiantes, la cohesión, la solidaridad intergeneracional...
P. El ciudadano español puede argumentar que eso ya está asentado en su propia legislación. ¿Qué le aporta de nuevo?
R. Cuando no hay fronteras y sí un mercado interior, debemos convenir unos principios que todos debemos respetar sin discusión alguna.
P. La Constitución no va más lejos en los derechos sociales porque se opusieron también Gobiernos socialdemócratas o socialistas.
R. Es cierto. En Europa no hay sólo una dialéctica derecha-izquierda. Hay una dialéctica geográfica, y hay una dialéctica también histórica. Por ejemplo, nuestros compañeros socialistas nórdicos hablan de temas sociales y piensan en su elevado nivel de desarrollo. De inmediato, temen que puedan crearse normas a nivel europeo que, para que sirvan para todos, sean inferiores a las que ellos tienen ahora. No existe un Estado europeo que pueda gestionar el bienestar. No habrá en el horizonte previsible un sistema de seguridad social europeo.
P. Esta Constitución sólo pudo ser aprobada cuando en España cambió el Gobierno, porque el anterior rechazaba el nuevo reparto de poder. ¿Cómo se recibió en la UE ese relevo del 14-M?
R. Con alegría, con un inmenso alivio y con un inmenso respeto por parte de toda mi familia política ante la madurez y la seriedad del comportamiento del pueblo español tras el 11-M. Es cierto que el bloqueo del Gobierno del PP fue decisivo, pero también se sumó el de Polonia. Lo que no se puede hacer es estar pegándole patadas en las espinillas a un socio todo el día.
P. ¿Eso hacía Aznar con Chirac o Schröder?
R. Y con el conjunto de los españoles. Cada vez que salía en pantalla nos regañaba. Y a veces insultando. "Tú has convertido la buena educación en un valor revolucionario", le dije a Zapatero tras el 14-M. En España habría que volver a repartir manuales de urbanidad en las escuelas.
P. Por encima de las diferencias políticas, los dos grandes partidos están haciendo campaña por el sí en el referéndum.
R. Yo me alegro. Y no me da recato recordar que la Convención que redactó el proyecto constitucional se inició bajo presidencia española, bajo presidencia de Aznar, y que Aznar fue el primer presidente de Gobierno que habló de un referéndum. El PP se ha comprometido con el referéndum y está cumpliendo. Sus responsables están defendiendo la Constitución y, además, Íñigo Méndez de Vigo [del PP] presidió la delegación del Parlamento Europeo en esa Convención y lo hizo muy bien.
P. ¿El mayor enemigo es la abstención?
R. El mayor enemigo es la ignorancia.
P. ¿Cuál sería su pronóstico, su previsión para este referéndum?
R. Si digo que va a ganar el sí me dirán que está descontado. En cuanto a participación, sería un gran triunfo para todos conseguir que supere la de las elecciones europeas. A partir de 40%, creo que va muy bien.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.