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Salud propone que supermercados y zonas de gran afluencia tengan reanimadores cardiacos

La presencia de desfibriladores en grandes aforos puede reducir las muertes por infarto

El Departamento de Salud se ha propuesto extender fuera del ámbito sanitario los desfibriladores automáticos, aparatos que a través de una descarga eléctrica permiten que un paciente que ha sufrido una angina de pecho o un infarto recupere el ritmo cardiaco. Este aparato puede salvar muchas vidas si se utiliza en los primeros minutos tras el ataque coronario. Por esta razón, la Generalitat recomendará que dispongan de desfibriladores todos los espacios de gran afluencia de público, como supermercados, estadios de fútbol, estaciones de tren y metro o aeropuertos.

La presencia de desfibriladores es obligatoria en los centros sanitarios, aunque en la actualidad el 20% de los ambulatorios todavía carece de esta herramienta, cuyo uso inmediato tras el infarto puede ser crucial para la recuperación del paciente. La consejera de Salud, Marina Geli, y el director de atención primaria del Instituto Catalán de la Salud (ICS), Ramon Morera, aseguraron ayer que antes de finalizar el año, la totalidad de los ambulatorios (más de 350) dispondrá de estos aparatos. También se instalarán desfibriladores en todos los servicios de emergencias (médicas, de los bomberos y de la policía), que antes de finalizar el año se agruparán en un solo número telefónico (112).

Pero el objetivo del Departamento de Salud es que la presencia y el uso de estos aparatos de reanimación no se limiten al ámbito sanitario. Se calcula que en España se producen más de 25.000 muertes anuales por infarto de miocardio antes de que el paciente pueda recibir asistencia médica. Muchas de estas muertes ocurren en la calle o en lugares públicos, donde no existen desfibriladores ni hay personal capacitado para utilizarlos.

El propósito de la Generalitat es que todos los espacios muy concurridos, como aeropuertos, estaciones de metro y ferrocarril, supermercados, empresas grandes, campos de fútbol o aforos que acogen espectáculos multitudinarios, dispongan de reanimadores cardiacos. Algunos de estos establecimientos, aunque todavía muy pocos, ya los tienen. El problema, sin embargo, es que sólo pueden utilizarlos personas acreditadas para ello, según estipula un decreto de la Generalitat del año 2003. Aunque los avances tecnológicos han hecho más sencillo su uso (los desfibriladores automáticos detectan si hay arritmia y si es necesaria o no la descarga eléctrica), se exige una formación mínima para garantizar su utilización correcta.

La extensión de los desfibriladores exigirá, por tanto, que los programas de formación se amplíen a personas ajenas al ámbito de la sanidad. El Instituto de Estudios de la Salud ya ha enseñado a utilizar los desfibriladores y otras técnicas de reanimación cardiopulmonar a más de 10.000 personas, no sólo profesionales de la sanidad, según aseguró ayer el director de aquella entidad, Juli de Nadal.

La Generalitat quiere que tanto los profesionales sanitarios como la población en general reciban una formación homologada de acuerdo con las directrices del European Resucitation Council. La entidad encargada de garantizarlo será el Consejo Catalán de Resucitación, que se presentó ayer y que está representado por seis sociedades científicas: de anestesia, cardiología, medicina intensiva, medicina familiar y comunitaria, urgencias y emergencias y pediatría.

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En Cataluña, fallecen cada año 3.200 personas por muerte súbita, mayoritariamente a causa de infarto de miocardio o angina de pecho. De estos pacientes se recuperan, gracias a una atención inmediata, unos 150, cifra que podría incrementarse llevando los desfibriladores a la comunidad y haciendo que su uso se excluyera como un acto reservado a los médicos.

Reanimación en las aulas

Bajo el lema "Anímate... y reanima!", más de 1.000 alumnos de secundaria de 10 institutos de Barcelona han aprendido ya a practicar la reanimación cardiopulmonar básica. Durante este curso, un millar de jóvenes más practican estas técnicas en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona.

Estos jóvenes han participado en el programa piloto PROCES, diseñado específicamente para que pueda aplicarse a escolares de 15 y 16 años dentro del actual marco educativo. Los resultados de este programa educativo, coordinado por Óscar Miró y Miguel Sánchez, del servicio de Urgencias del Hospital Clínico de Barcelona, han sido publicados en la revista Medicina Clínica y señalan que el aprendizaje de las citadas técnicas ha resultado satisfactorio para el 63% de los estudiantes.

El trabajo destaca que si se generalizasen estos programas, "se llegaría a preparar a gran parte de la población ya que la ESO es obligatoria".

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