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Pujol afirma en Londres que se queda con la política exterior de Felipe González

En una conferencia en la London School of Economics sobre La política exterior española de Aznar a Zapatero, Jordi Pujol eligió la tercera vía: Felipe González. El ex presidente de la Generalitat situó en los últimos años de Franco el primer acercamiento de España a Europa, cuando el dictador, aunque rechazando la Europa política, abrazó el modelo de economía de mercado que representaba. En 1977, Adolfo Suárez dio el primer gran acelerón cuando, nada más ser nombrado jefe del Gobierno, envió a Bruselas al ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, para pedir la adhesión de España a la todavía Comunidad Económica Europea.

Pujol recordó que entonces la derecha española no creía en Europa y tampoco una parte de la izquierda, que veía en ella una unión de empresarios y banqueros. Con la llegada de González, la política exterior española "se volcó en Europa y aceptó el liderazgo franco-alemán", pero al mismo tiempo "intentó mantener buenas relaciones y cooperación con EE UU". González apostó por el Mediterráneo, por América Latina y por una relación personal con el canciller Helmut Kohl que se tradujo en un tratado de adhesión "muy bueno para España" y la gran inyección económica de los fondos estructurales. "España fue el único país que no puso ni un solo pero a la reunificación alemana", recordó Pujol.

Divertido y ocurrente, cáustico a veces, trufó su intervención con testimonios concretos de su vida política activa para fundamentar algunas de sus alusiones a José María Aznar, de quien dijo que "introdujo un alto grado de agresividad" y "tenía una visión que no se inspiraba en Europa". "Me lo dijo a mí", aseguró al desgranar el escalafón del mundo en opinión de Aznar: "Arriba, Estados Unidos; a su lado, Reino Unido; algo más abajo, Alemania y Francia. Y abajo, todos iguales. Eso pensaba Aznar, que creía que España debía tener el peso de franceses y alemanes y que lo mejor para conseguirlo era relacionarse directamente con el sheriff". "Pecó de ambición", dijo, y le comparó con "un viejo castellano del siglo XVI o XVII", aunque aclaró que no quería ser peyorativo, sino subrayar el empeño de Aznar en reeditar la supremacía española en Europa y América.

De Rodríguez Zapatero elogió el retorno a la política mediterránea y a Europa, al eje franco-alemán, y la reconstrucción de las relaciones con el canciller Gerhard Schröder, que Aznar dejó maltrechas en la negociación financiera de 1999 y serán esenciales para la segunda ronda de esa negociación. Pero criticó su antiamericanismo político y verbal, "más propio de una manifestación de estudiantes que de un primer ministro", y se declaró perplejo por su política sobre Cuba y su apoyo a la Venezuela de Chávez. "En todo caso Lula, pero no Chávez".

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