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Reportaje:Aulas

La imaginación infinita

Un colegio de Puerto Real publica los relatos de sus alumnos para incentivar la creatividad y la lectura

A Marina Pérez, de 9 años, le da rabia que su hermano Elio siempre quiera llevar la razón. Una vez se peleó con él. Se enfadaron mucho, pero ella decidió pedirle perdón. En esas disculpas fraternales nació la idea de su relato, la historia de cinco niñas que descubrirán que el tesoro de la amistad está en su propio corazón. Junto al resto de alumnos de Infantil y Primaria del Colegio Arquitecto Leoz de Puerto Real (Cádiz), Marina espera ver publicado su cuento en un libro recopilatorio con los mejores de todo el centro escolar. Un honor que premia la imaginación ilimitada de los niños.

La ideóloga de esta iniciativa es la bibliotecaria, María Rosa Ibáñez, quien, en sus diez años de trabajo, ha transformado el colegio en una fábrica de escritores. No sólo es un concurso de cuentos, es una invitación en toda regla a descubrir la magia de la literatura. Los más destacados por su calidad y originalidad serán publicados en un libro, que cumplirá este año su décimo volumen. También son galardonadas las mejores portadas y contraportadas, elaboradas por los estudiantes. Hay un certamen para elegir el mejor marcador de páginas, de creación artesanal, y se reconoce además al alumno más lector, galardón que merece aquel que más ha utilizado la biblioteca. Todas estas actividades concluyen en una jornada, el Día del Libro, el 23 de abril, cuando se entregan los premios y se celebra, en una fiesta, la creatividad demostrada durante el curso.

Los niños ya han escrito su relato y esperan ahora encontrarse entre los elegidos. Los de Infantil han elaborado uno conjunto entre toda la clase. Los de Primaria, individualmente. Es el caso de Enrique, de 8 años, quien desea ver publicada La historia del dragón Gon, un monstruo malvado que quemaba bosques enteros, hasta que conoció a un bombero que le apagó el fuego. Al final, el dragón Gon se dedicará a regar jardines. María, de 11 años, ha escrito sobre una mala estudiante, tan vaga, que decidió inventarse un bolígrafo mágico que le corrigiera todos los ejercicios. No tardó en darse cuenta, gracias a una raíz cuadrada incorrectamente resuelta, que en clase no hay magia que valga y que si quería mejorar sus notas tendría que ponerse a estudiar.

Hay, en los relatos, muchas moralejas para ser mejores personas, también fantasía, como la estrella que se transformó en humana para poder pasear por Londres, que ha inventado Ana, de 9 años.

La bibliotecaria pone algunos límites. Los cuentos deben ser originales. Nada de trasladar al papel personajes de la tele. Y no debe haber violencia. Y, a pesar de estos requisitos, Marina, la autora del cuento sobre la amistad, defiende que es una tarea fácil. "Sólo hay que coger una idea, desarrollarla y echarle imaginación", explica con desparpajo.

Para el décimo volumen, el acto de presentación abandonará su escenario habitual, y se mudará al Teatro Principal de la localidad. Los niños sabrán cómo ha quedado el libro y se entregarán los premios. Además, coincidiendo con el aniversario de El Quijote, se organizarán obras de teatro, representaciones musicales y actividades lúdicas en torno al personaje de Cervantes. Marina ya ha leído un capítulo, el de los molinos de viento. "El libro es de mi hermano y casi nunca me lo deja leer", se queja. Otros alumnos también han podido acceder a sus andanzas y hasta les han servido de inspiración. Beatriz, de 11 años, ha basado su cuento en las aventuras del Quijote del siglo XXII, quien, en vez de usar caballo, tiene un robot para cabalgar y enfrentarse a grandes antenas telefónicas a las que cree gigantes.

La inspiración les llega de sus lecturas favoritas: Harry Potter, Kika Superbruja, Las Witch o Manolito Gafotas. Pero, gracias a la fábrica de cuentos en la que se ha convertido su colegio, descubren que su imaginación es infinita. Que, por ejemplo, una riña entre hermanos puede ser el germen de un gran historia.

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